Muere Sor Genoveva, la madre de los descartados de nuestra sociedad
La religiosa, Hija de la Caridad, dedicó su vida al servicio de los más desfavorecidos, descartados y - antes de que Francisco pusiera en boca de todos esta expresión - ella ya sabía y vivía en las periferias económicas, existenciales y marginales

El jueves, a la edad de 91 años, fue llamada a la casa del Padre, donde, con seguridad, se reencontrará con muchos de los desheredados de nuestra sociedad, que ella tanto ayudó y a quien llevó consuelo, remedio y esperanza.
Sus inicios fueron dedicados a la educación pero bien temprano se despierta en ella su vocación social, como coherencia de vida con su congregación religiosa y el carisma de su familia religiosa: las Hijas de la Caridad.
La llamada por algunos Madre Teresa de las Ramblas vivió entre los más pobres de los más pobres. La drogadicción, la marginalidad, los abandonados en la calle, enfermos de sida – a los que por encima de todo acompañaba a morir no como rechazados, sino como hombres con dignidad-, las cárceles, son los campos de su natural presencia, siempre humilde y silente, donde vivió como hermana entre hermanos, con una profunda espiritualidad que le hacía ver a Cristo en todos a quienes atendía y por quienes se dejaba la piel. Lo dejó todo para darse a Dios en los pobres siguiendo las huellas y el carisma de san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac. «Me siento feliz por dejar de ser madre de algunos y serlo de una multitud», dijo en más en numerosas ocasiones.
Sus inicios de trabajo en la congregación fueron en 1945 al Patronato Jesús de Nazaret, donde las Hijas de la Caridad, atendían a los internos de la cárcel Modelo de Barcelona con especial atención a la acogida y educación de los hijos de los internos. Poco a poco la atención creció con hijos de los trabajadores de la institución penitenciaria y niños del mismo barrio.
Pero el deseo de acercarse a los más desamparados de la sociedad la empujó a proyectos en el «camping» de basura de Hospitalet de Llobregat, en las cuevas de Montjuïc y Can Tunis, y La Mina, contribuyendo de manera inimaginable a la relación entre los reclusos y sus familias.
En 1983 vio hecho realidad su gran sueño, la creación de la Obra Social de Santa Luisa de Marillac, en la Barceloneta, recogiendo los enfermos abandonados en la calle, donde a menudo agonizaban siendo ignorados de todo y de todos. Vinieron luego los centros terapéuticos para niños en situación de riesgo (ASIR), donde no sólo tuvo cuidado de los niños sino que hizo una gran labor denunciadora en los medios de comunicación social sobre la situación de los menores desvalidos.
Muchos fueron los premios y reconocimientos a su trayectoria de entrega constante hacia los más desvalidos y excluidos de nuestra opulenta sociedad. En 1992 recibió la Cruz de San Jorge, Solidaridad del Instituto de Derechos Humanos en 1997; el Premio de Actuación Cívica de la Fundación Jaime I en 2004; el Premio Mn. Vidal Aunós en 2010; y la medalla Carrasco i Formiguera en 2011.
La misa funeral será este sábado 18 de julio, a las 11.00 h, en la residencia Betania (Av. Vallvidrera, 34). Ha querido dar su cuerpo a la ciencia.