Mons. Paglia: «El hombre no es el dueño del mundo sino su administrador»

El Presidente del Pontificio Consejo para la Familia participó en una lectura sobre la encíclica 'Laudato Si' en el Palau Macaya

La encíclica Laudato Si’ se puede llegar a analizar desde numerosos puntos de vista. Este era el objetivo principal del acto que organizó el Palau Macaya junto con el Ateneo San Paciano, en el que se realizaron diferentes lecturas de la encíclica ecológica: una ético-espiritual, una socio-económica y una última socio-ecológica. El invitado de honor y encargado de hacer la lectura ético-espiritual fue el arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Familia. Venido de Roma sólo para dar esta ponencia, Mons. Paglia reclamó -como hace el Papa Francisco- que «la responsabilidad de construir esta casa común que debe ser habitada por la entera familia humana» nos corresponde a todos.

Repensar la actitud

El hombre tiene que volver a pensar, según el arzobispo, de manera profunda los grandes desafíos como el clima, la pobreza, la enfermedad, las migraciones y el equilibrio moral. Y es que la responsabilidad de cuidar el mundo no pertenece sólo al gobierno o a las empresas sino también a las familias, ya que los más pequeños deben aprender a respetar al ambiente y al creador. Por tanto, todos tienen una responsabilidad común centrada en dos aspectos: el respeto por las plantas y animales y el cuidado de la vida humana en todos sus ámbitos. Así es como debe nacer un cambio de comportamiento que haga repensar la visión que se tiene de la vida, de la sociedad y de la creación: «No son suficientes los grandes cambios estructurales sin el cambio de comportamiento que también condiciona la habitabilidad del nuestro planeta».

El cambio ecológico, en la familia

Aunque sólo hay un párrafo dedicado a la familia dentro de la Laudato Si’, el Pontificio Consejo para la Familia está trabajando en hacer conscientes a los núcleos familiares de lo que el Señor les ha dejado: «Ninguno de nosotros ha creado el mundo. Nacemos en él y tenemos que tratar de dejarlo, si es posible, un poco mejor de como lo hemos encontrado», expresa Mons. Paglia.

En esta responsabilidad se inserta la educación en valores ecológicos para que los niños puedan aprender a pensar en el prójimo «abriendo su corazón, las manos, los ojos y la mente» al otro. Sólo con la solidaridad se avanzará en el cuidado de la administración de la creación. Y, para llegar aquí, es necesario una conversión interior. Es por ello que se dice que la crisis ecológica está afectando a la reflexión teológica cristiana. La familia, la comunidad parroquial, los colectivos ciudadanos, las escuelas y todos los ambientes educativos restantes son los responsables de ayudar a los niños pequeños a comprender que deben respetar todo lo que les rodea. Porque ellos serán el futuro del mundo.

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