Mons. Omella: «Sed sacerdotes de misericordia»
El arzobispo Omella celebra sus primeras ordenaciones presbiterales en Barcelona, con Marc Aliguer, Carlos Ballbé, Jordi Salvany, Albert Soles y Adilson Tolentinovan

Ya hacía tiempo que Santa María del Mar no acogía un acto de ordenación. Esta primera semana de mayo, no ha sido una sino cinco. Marco Aliguer, Carlos Ballbé, Jordi Salvany, Albert Soles y Adilson Tolentinovan hicieron los votos presbiterales en una celebración multitudinaria que contó con unas 4000 personas.
Con la presencia de familiares, amigos y conocidos, se desarrolló la celebración, la primera que presidía el arzobispo Mons. Juan José Omella en Barcelona. Este celebró acompañado del obispo auxiliar, Sebastià Taltavull, el cardenal Lluís Martínez, el obispo Joan Godayol y los sacerdotes de la diócesis.
Después de la Liturgia de la Palabra el arzobispo Omella inició la homilía refiriéndose directamente a los cinco candidatos, a quienes explicó lo que suponía haber sido llamados por Dios, por lo que debían mostrar su gratitud, un «gracias por llamar-los a vivir la aventura de la fe, la aventura del amor sin límites, la aventura de la caridad, del amor divino».
Misión concreta
Expuso la misión que se les encomendaba a partir de ahora, una de bien concreta, centrada en «ser sacerdotes, mensajeros de la Palabra, ministros de la Eucaristía, servidores de la comunidad». Les pidió que fueran sacerdotes misericordiosos, tal como recordarles, «bendecidos y consagrados por Dios en este año jubilar de la Misericordia».
Una tarea, que tal como el obispo dijo supone una responsabilidad que llevan en «vasijas de barro». «La cerámica de su fragilidad, – dijo Omella- de su pobreza e ignorancia, la alfarería de su tibieza e infidelidad. Pero no os desaniméis, cuente con la fuerza y ​​la potencia del Espíritu Santo, que recibirá por la imposición de manos «.
Los animó a cuidar este fuego, con cinco requisitos: la oración personal, la obra de Dios, la celebración de la Eucaristía, la fraternidad y el servicio humilde con la comunidad. Para continuar siendo fuego en estos tiempos fríos y calor y aliento para todos. Todo este esfuerzo para seguir siendo durante todo su servicio, «testigos incombustibles de esperanza» y para vivirlo con alegría. Como les advirtió Omella: «No olvide que» un santo triste es un triste santo «. Sin embargo, el obispo aprovechó la homilía para pedir para las vocaciones, para tener futuros pastores al seminario, que guíen a su pueblo.
Rito de ordenación
A continuación, los cinco hicieron las promesas y los votos ante el arzobispo, postrándose en el suelo en señal de humildad y de súplica mientras la coral cantaba las letanías de los Santos. Posteriormente, Omella impuso las manos a los ordenantes y, a continuación, los sacerdotes presentes hicieron lo mismo en señal de invocación del Espíritu Santo. Ya por último, el Arzobispo rezó la oración de ordenación consagratoria y se convirtieron en sacerdotes. Una vez revestidos con la estola y la casulla, se les hizo la unción de las manos.
Los familiares los obsequiaron con los cálices y las patenas con las que dieron la comunión por primera vez como sacerdotes. Antes de terminar, los nuevos ordenados, mostraron su agradecimiento a Dios, al arzobispo y todos aquellos que les han ayudado a llevar a cabo su acción pastoral.
El arzobispo hace hizo la bendición final, acompañado del obispo Taltavull, del cardenal Martínez Sistach y del obispo Godayol, junto con los nuevos sacerdotes que recibieron la felicitación de todos sus familiares y amigos.