Mons. Omella: «No llevo ningún proyecto. Yo sólo quiero caminar junto con la gente»
El nuevo Arzobispo de Barcelona ha hablado sin tapujos de cómo ve la diócesis, de cómo compaginará su trabajo en Roma y de qué trato tendrá con los laicos y sacerdotes

Viene de lejos. Concretamente, de Logroño. Pero nació en la diócesis de Tortosa y, por este motivo, habla un catalán agradable pero con esfuerzo. Viene a Barcelona, ​​una archidiócesis de la que no sabe mucho, de la que no tiene ningún proyecto en mente, aunque sí tiene una idea clara: caminar con la gente. Porque es consciente de que las alegrías de un pueblo son las alegrías de un obispo y las tristezas de la feligresía serán las suyas propias. Ríe constantemente, sabe escuchar y tiene muchas ganas de conocer la diócesis. Así es Monseñor Juan José Omella, nuevo Arzobispo de Barcelona.
Entrevistador: Este 26 de diciembre, festividad de San Esteban, ha tomado posesión de la Sede. ¿Por qué se escogió esta fecha tan señalada por los catalanes?
Mons. Omella: No encontrábamos otro día porque nadie tenía la agenda fácil: ni yo ni el Cardenal ni el nuncio. Y se acordó el 26 de diciembre. Casualmente yo estoy muy contento con la fecha porque está dentro de Navidad, un nacimiento. Jesús nace en Belén el día 25 y el día 26 es el día de San Esteban Protomártir que, digamos, es la Navidad de Cataluña. En mi pueblo siempre se celebra el 26 también. Por eso para mí es un día muy agradable de empezar mi trabajo en Barcelona. Es un día de la familia, un día en que Nuestro Señor se compromete a vivir dentro de la Tierra y a participar de nuestra situación. Yo quiero hacer lo mismo: quiero encarnarme en Barcelona y vivir sus alegrías y penas. Es mi día, el día de Navidad, el día del Nacimiento, de la Encarnación, de Jesucristo. San Esteban protomártir es también el día del testimonio, del servicio, de la diaconía, de la caridad. Yo no quiero imponer nada, yo quiero dar testimonio gozoso y alegre del Evangelio y de Nuestro Señor. Son muchos símbolos, es un día muy significativo y podemos sacarle mucha sustancia.
E: Lleva aquí unos días pero ¿qué recuerda de su primer viaje a Barcelona y qué conoce ahora de la archidiócesis?
Mons. Omella: Fui a Barcelona por primera vez con ocho años con mi abuela y me quedé impresionado de ver una ciudad tan grande. Pero lo que más me marcó fue el mar para que en mi pueblo no hay ni río. Sobre todo recuerdo el Tibidabo, que tenía muchas atracciones para los niños. Después he vuelto un par de veces: una de ellas fui a la Catedral en época del Cardenal Jubany y la otra a la consagración de la Sagrada Familia con Benedicto XVI. De la diócesis no conozco casi nada aunque estoy en contacto con sus obispos y con la gente que trabaja en el Arzobispado, que son los que poco a poco me van introduciendo en el conocimiento de la diócesis. Poco más puedo decir.
E: Viene de Logroño pero tiene un pie puesto en Roma, concretamente en la Congregación de Obispos. ¿Cómo compaginará su labor en el Vaticano con la diócesis de Barcelona y qué ventajas representará para Barcelona?
Mons. Omella: El Papa me ha nombrado miembro de la Congregación de Obispos por cinco años y sólo hace uno que estoy allí. Por lo tanto, tengo cuatro años aún por delante. Este contacto con Roma en una de las congregaciones más importantes del Vaticano creo que le hace mucho bien a la Iglesia de Barcelona porque como Arzobispo haré presencia en el Vaticano y llevaré las preocupaciones de Roma a Barcelona y viceversa. Dijéramos que el trayecto de ida y vuelta se hace por medio del arzobispo, lo que permitirá conocer más Barcelona en Roma. Esto es importante y espero que sea un gran bien para la diócesis, no para mí porque yo soy una persona que no tengo ambiciones. Todo lo que sea trabajar por la archidiócesis y por Roma y que el Vaticano conozca Barcelona y su feligresía creo que es un buen trabajo.
E: En su primera carta a los fieles de Barcelona escribía que «lo primero que voy a intentar hacer es conoceros y acercarse a todos vosotros». ¿Cómo hará para conocer las 213 parroquias de la archidiócesis y sus feligreses?
Mons. Omella: Esto se hace como en un pueblo: uno a uno, poco a poco. Yo he hecho un pequeño programa, consensuado con los vicarios de la diócesis: por la mañana, estaré en el despacho para que la gente pueda venir a hablar conmigo; después de comer, visitaré las obras sociales; y al final de la tarde, visitaré las parroquias una detrás de otra, celebraré allí la misa, conoceré a la gente del consejo pastoral y me quedaré a charlar un rato con cada cura. ¿Cuánto tiempo me tomará esto? Pues todavía no lo sé pero supongo que durante el primer año lo podré conseguir, de modo que conozca una primera aproximación de la diócesis de Barcelona.
E: Su primera visita a Barcelona como arzobispo electo fue al Seminario Conciliar. ¿Cómo ve la relación con los futuros sacerdotes?
Mons. Omella: Los sacerdotes son los colaboradores más directos de los obispos y mi relación con ellos debe ser de fraternidad. No como un superior que te vigila y que busca donde te has equivocado. Al contrario. Tengo que caminar con ellos y darles confianza. Los seminaristas, además, son los futuros sacerdotes, así que los tengo que cuidar y trabajar la pastoral juvenil para que ellos puedan responder si Dios les pide ser curas. Mi trabajo es estar muy cerca de los jóvenes y de los seminaristas y trabajar codo con codo con los sacerdotes.
E: Siguiendo con los jóvenes, son uno de los pilares de la Iglesia del futuro. ¿Qué proyectos tiene en mente para evangelizarlos?
Mons. Omella: Digo siempre que no llevo muchas cosas para hacer. Yo quiero caminar junto con la gente. Barcelona, ​​como dice el Cardenal Sistach, es un tren que salió de la estación hace mucho tiempo y yo subo al tren para ir delante, para decir por dónde debemos caminar. El pastor guía a la gente en una dirección: encontrar Jesucristo, la salvación, la paz, la fraternidad… pero a la vez tengo que andar con todo el mundo: los jóvenes, los solteros, los viejos, los que no creen… porque las alegrías y los sufrimientos de la gente son las alegrías y los sufrimientos de la Iglesia y de un pastor. También tengo que ir detrás de la gente para recoger a aquellos que no avanzan a la misma velocidad, que se cansan, que se deprimen. Tengo que recoger a todos y caminar con todos. Esta es la imagen que me quiere guiar en este tiempo de obispo de Barcelona.
E: Tenemos en Barcelona al obispo auxiliar Mons. Sebastià Taltavull. ¿Qué relación habrá con él y qué plan de trabajo tiene pensado para él?
Mons. Omella: Estoy muy contento de saber que Sebastián es muy apreciado y querido en Barcelona. Para mí esto es una gran alegría ya que somos muy amigos y nos conocemos de antes que él fuera obispo auxiliar de Barcelona. Estoy muy contento y no tengo envidia, al contrario: me enorgullece. Quiero tener con él una relación fraterna de obispo, de amistad y por eso hemos acordado que él venga a vivir en el Palacio Episcopal de manera que podamos hablar todos los días y trabajar los dos en la misma dirección. Él me ayudará a conocer más Barcelona, ​​a aterrizar, y yo espero transmitirle todo lo que tengo dentro de mi corazón. Pero él me ha de ayudar a hacer esta primera entrada a Barcelona porque eso será bueno para mí y para la diócesis de Barcelona.
E: Hemos hablado de los jóvenes, de los seminaristas, del obispo auxiliar, pero ¿qué papel jugarán los laicos a lo largo de su pontificado?
Mons. Omella: Se dice en latín Nihil sine episcopo: no hay iglesia sin obispo. Pero el obispo no puede hacer nada sin los laicos, religiosos y sacerdotes. Tengo que dejar trabajar a los seglares porque saben mucho, tienen presencia en la familia, en la vida pública… Ellos son los auténticos evangelizadores del mundo de hoy.
E: En Barcelona tenemos el monumento más visitado de toda Europa…
Mons. Omella (riendo): ¡La Sagrada Familia!
E: Exacto. ¿Lleva alguna idea para la Basílica?
Mons. Omella: Una de las primeras actitudes que tengo dentro de mi corazón es sentarme una tarde o todo un día y contemplar la belleza de la Sagrada Familia. Y entrar en el pensamiento de Antoni Gaudí. Cuando esté empapado de todo lo que él quería decir ya procuraré transmitirlo a todos. Pero la Sagrada Familia es un instrumento muy importante para la evangelización, para el diálogo fe-cultura.
E: Hablando de cultura, ¿qué hará el obispo Omella para garantizarla?
Mons. Omella: La Iglesia siempre ha sido pionera con todos los temas culturales sean artísticos o de estudio. Yo quiero potenciar esta cultura y promover este diálogo cultura-fe porque es muy importante. La fe hace cultura y ayuda a que el hombre que busca a través del arte o la investigación encuentre la belleza, la verdad y la bondad. Esto es lo que tengo que cuidar de manera especial en un diálogo también con el mundo laico que hace cultura.