Mons. Omella: «Aquel amor que Jesús nos demuestra en el momento de la traición es una llamada a todos los hombres»

El Miércoles Santo recordamos la traición de Judas y el arzobispo nos invita a preguntarnos: "que prima en nuestra vida?"

«Cuando me dan si les entrego a Jesús?» No fue necesario nada más para traicionar-lo. Estas palabras de Judas, son las que leemos en el Evangelio de Mateo, el Miércoles Santo. Un gesto que Omella recuerda, prestando atención a la respuesta de Jesús, que no se dejó vencer por el traidor, sino que se entregó, haciendo así «un llamamiento a todos los hombres, porque su pasión, iniciada ese día, aunque no se ha acabado «. El arzobispo nos remite a todos a preguntarnos qué prima en nuestras vidas que «nos lleva a la paz interior».

Reflexión del Miércoles

Hoy, Miércoles Santo, contemplamos la traición de Judas. ¡Cuántas veces esta opción nos suscita un sentimiento de dolor y nos hace pensar que nosotros no hubiéramos sido capaces de hacer lo mismo!

La traición de Judas nace de la cerrazón del corazón. Judas se había apegado al dinero y esto hacía que la distancia con Jesús fuese aumentando. Prefiere el dinero y por eso le traiciona. Pero, realmente Jesús al entregarse, se libra al amor de los hombres, no renuncia a pesar de la traición a tener que pasar por el camino del Calvario, no se opone, no se deja vencer por el traidor. Se dona, se entrega.

Jesús antepone su amor. El hecho que sitúe su amor por delante de todo sufrimiento, a pesar de ser traicionado por el más cercano, indica claramente lo que quiere: la conversión del pecador.

Aquel amor que Jesús nos demuestra en el momento de la traición, es una llamada a todos los hombres, porque la pasión de Jesús, iniciada aquel día, todavía no se ha acabado. Hoy, también nosotros, podemos traicionar a Jesús por un poco de dinero o de otras cosas.

De ahí que podamos hacernos estas preguntas:

¿Qué prima en mi vida: el amor al Señor o el amor al dinero y a la riqueza? ¿Es el perdón y la misericordia lo que brota de mi corazón cuando me traicionan? ¿Rezo por mis enemigos, por quienes me han ofendido y me vuelven la espalda?

Solo cuando ofrecemos la misericordia y el perdón encontramos la paz y la libertad interior. Mirando al Señor traicionado por Judas hagamos nuestra la oración de San Francisco de Asís: 

Haz de mi un instrumento de tu paz.
Donde haya duda ponga la fe,
donde haya odio ponga perdón,
donde haya tristeza, ponga la alegría…

 

Hermanos que Dios os bendiga.

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