«Me acogisteis»
ículo del obispo auxiliar de Barcelona publicado el pasado 15 de agosto en el semanario de información religiosa Catalunya Cristiana

En mis primeros años de rector de parroquia, me llamó la atención la presencia de un joven que veía por primera vez en la misa del domingo. Finalizada la celebración, como solía hacer, salí rápidamente a la puerta para saludar a la gente y hacerlo especialmente con los que no frecuentaban o no conocía tanto, entre ellos aquel joven, pero ya se había ido. El domingo siguiente lo vi de nuevo en la misa y esta vez fui más rápido que él y pude saludarle. «Veo que has vuelto» -le dije-. «He vuelto -me dijo- porque la semana pasada me sentí muy bien acogido.» Entre otras cosas, me contó que una señora de edad había tenido un detalle muy amable con él: «Me ha saludado, me ha dado un cantoral y me ha dicho: "Aquí utilizan este libro para cantar y para rezar". «No recuerdo que en ninguna otra ocasión en una iglesia me recibieran de esta forma.»La vida está hecha de gestos sencillos. La vida de las parroquias, también. Jesús dejó claro que acogiendo alguien, especialmente los más necesitados, le acogíamos a él, y es que tenemos muchas ocasiones para hacerlo. Nuestra actividad en las parroquias hace que con frecuencia nos encontremos con personas conocidas y con otros que no nos lo son tanto. Incluso alguien por primera vez, alguien toca a la puerta o se pasea por los alrededores y busca. Alguien que quiere ser atendido y escuchado, cualquiera que tiene alguna necesidad.
Hemos dicho mucho que tenemos que salir a las periferias, ir allí donde está la gente, pero cuando vienen a nosotros nos brindan una ocasión magnífica de hacerlo porque es acogerlos allí donde realmente están. Una Iglesia que acoge así se hace cercana, amable, misericordiosa, una Iglesia que tiene cara y tonos de vecindad. Acoger, como Jesús lo hace, es una forma de amar. Esto da un nuevo rostro a nuestras parroquias y nos hace sensibles y solidarios, y al mismo tiempo es un acto de confianza porque genera credibilidad en aquellos que reciben un buen trato. Hagámoslo, ¡que no es difícil! Ayuda muchos a reiniciar.
Mons. Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona