Las vivencias de Almeda
Las Viviendas Tuteladas para personas mayores Almeda, inauguradas en 1999, cuentan con 19 apartamentos que ofrecen privacidad y autonomía a las personas mayores acogidas

«Me defino como una persona muy viva»
Isabel es una de las residentes más antiguas de Almeda. Hace 18 años que vive aquí, y a sus 89 años se mantiene muy activa. «Adoro esta casa, desde 1999 que vivo en ella y no la cambiaría por nada del mundo» nos indica. Al llegar, nos muestra las diferentes partes del apartamento. «Cuando vine a vivir aquí la habitación era toda blanca, parecía un hospital -explica- ahora ya es otra cosa.» Lo cierto es que Isabel tiene un apartamento con mucho «sabor» y ligado a sus aficiones, gustos y deseos. Mostrándonos varias estampas de la Semana Santa de Huelva, nos cuenta que es una persona muy religiosa y que nunca para quieta. «Estoy muy acostumbrada a moverme, me gusta hacer de todo y me defino como una persona muy viva». Tanto es así que Isabel coge el Ferrocarril cada día para ir a comer con su hija. «Ayudo a mi hija en todo lo que puedo. A pesar de mis limitaciones, intento pasar el tiempo con las nietas y la familia «explica.
Al preguntarle sobre su día a día en Almeda, nos cuenta que aquí «no dependo de nadie». Afirma no tener mucha relación con el resto de vecinos de Almeda, pero que la convivencia es buena y que hay buen ambiente.
Al despedirnos de Isabel, nos muestra una planta de la fortuna. «Dicen que con esta planta se gana dinero en abundancia, pero por ahora todavía no ha habido suerte» dice sonriendo.
«Aquí estoy muy bien, pero los problemas de cada uno continúan»
Marwan es sirio. Llegó a Barcelona con veinte años para estudiar radiotelegrafía, y la mayor parte de su vida la ha dedicado a trabajar con la marina mercante. Desgraciadamente, su vida se truncó cuando sufrió un infarto, lo que supuso la incapacidad laboral. «Con la pensión de invalidez no tenía suficiente para vivir. En muchas ocasiones dormía en pensiones o incluso en la calle», dice. Una noche, Marwan fue a Cafè Just para cenar, y los voluntarios de Cáritas conocieron su caso. «Cuando Cáritas fue conocedora de mi situación me facilitó una vivienda donde vivir, se han portado muy bien conmigo.»
Desde aquel día, Marwan vive en Almeda y lleva una vida tranquila. «Salgo a diario a dar una vuelta, a por el periódico o veo la televisión. Este es un lugar apacible, ya que está alejando de los ruidos de la ciudad». Sin embargo, Marwan se muestra preocupado por la situación de su hijo, ya que hace un tiempo que no encuentra trabajo. «Aquí estoy muy bien, pero los problemas de cada uno continúan. La situación de mi hijo es como la de muchos otros jóvenes, y creo que se necesita más apoyo del gobierno hacia la juventud». Sin embargo, Marwan afirma que «si no fuera por Cáritas, el país estaría mucho peor».
Despidiéndonos, le preguntamos sobre su relación con el resto de residentes de Almeda y nos indica que convivir con otras personas siempre es complicado. «Los residentes de Almeda no somos una familia, pero agradezco la compañía y llevar mi vida con facilidad», concluye.
La valoración de los profesionales
Tras conocer las historias de algunos de los residentes de Almeda, hemos querido hablar con las personas de Cáritas Diocesana de Barcelona que gestionan el centro.
Ana Falcón, trabajadora social de Cáritas nos cuenta que muchas de las personas que viven en Almeda provienen de situaciones de exclusión social. «Son personas que probablemente se encontrarían en situación de sin hogar», afirma.
Actualmente en el centro residen 21 personas distribuidas en 19 pisos, y está gestionado por tres profesionales que se encargan del trabajo diario con los residentes.
Juan, responsable del centro, cree que es muy importante fomentar el respeto y la convivencia de los residentes de Almeda. Esta convivencia se fomenta mediante actividades grupales como son celebrar la Castañada, la Navidad o meriendas conjuntas y asambleas vecinales. Advierte, sin embargo, que también hay que marcar unas normas y establecer sesiones grupales para resolver los conflictos que se puedan ocasionar. «Aquí les podemos hacer un seguimiento individualizado, lo que agradecen mucho», nos cuenta. Además, Almeda se coordina con muchos organismos públicos y privados que facilitan la vida a los residentes mediante actividades como la alfabetización digital, un huerto urbano, la dinamización cultural, etc.
En relación a la convivencia de los vecinos y vecinas de Almeda, Juan nos indica que hay un buen clima entre los residentes, y que en la mayoría de los casos valoran muy positivamente el recurso de Cáritas Diocesana de Barcelona.
Preguntando sobre los perfiles de personas que viven en Almeda, Anna Falcón explica que el perfil ha ido cambiando con los años. En un inicio, las personas mayores acudían a Cáritas por falta de recursos, la vejez o la soledad. Hoy en día, sin embargo, hay otras problemáticas que les afectan como las relaciones familiares, y por eso es muy importante hacer mediación con los familiares de la persona. «Hay personas que sostienen historias y situaciones muy duras y hay que hacer todo lo que esté en nuestras manos para mejorar su situación», concluye Ana.