Las pruebas de la misericordia
El Seminario Conciliar de Barcelona cosecha la XXIII Encuentro de Monaguillos con una gincana sobre el Año Jubilar y una misa con el arzobispo Omella

El Seminario Conciliar de Barcelona ha organizado un año más Encuentro de Monaguillos de la diócesis de Barcelona, ​​la XIII edición que ha acogido un centenar de niños y niñas que se han batido en una gincana, sobre las obras de misericordia.
El encuentro de monaguillos pretende reunir todos los niños y niñas que ayudan a las diferentes parroquias de la ciudad, para que se conozcan unos a otros, y darles una oportunidad única para conocer el Seminario, donde se forman aquellos que encuentran en Dios su vocación.
Seis pruebas misericordiosas
Un año más tuvo lugar en las instalaciones del Seminario, donde había distribuidas las diferentes pruebas sobre algunas de las obras de la misericordia, que se desarrollaron dentro y fuera por grupos, con el objetivo de que entre una y otra los monaguillos, tal como explicaba el rector del Seminario Conciliar Mn. Josep Ma Turull, las fueran interiorizando. «Jugando y jugando, van entrando en las diferentes obras de la misericordia, y creemos que con esta dinámica es útil, ya que van entendiendo y aprendiendo las, también como cristianos y monaguillos para trabajar a lo largo de su vida», explicó Turull.
En total había seis pruebas: «dejarse aconsejar» que con los ojos cerrados uno recibía las indicaciones de los otros para ganar una competición de bolos; «Aguantar con paciencia los que te molestan», en el que uno se defendía de los que le pretendían poner pinzas. «Dar alojamiento al peregrino», donde se tenía que poner la mesa en medio de una persecución de pelotas. «Vestir al desnudo» haciendo una carrera por tramos mientras se añadía piezas de ropa; «Corregir a quien se equivoca», dejándose guiar; y cuidar a los enfermos, envolviendo los niños de papel higiénico sin romperlo. Cada una de las diferentes pruebas alcanzaron el objetivo del día, divertirse y conocer más sobre la misericordia.
«Orar por los vivos y difuntos»
Hubo una séptima obra, la de «rezar por los vivos y difuntos» que la aplicaron a la misa que tubo lugar una vez terminada la gincana con el arzobispo Mons. Juan José Omella. Este de forma expresiva y dialogando con los niños, aprovechó la homilía para contarles la historia de su patrón, San Tarcisio, un muchacho qued dio su vida para ayudar a sus hermanos cristianos.
Por otra parte, el arzobispo dio las tres claves para ser buenos alumnos: Ser amigo de Jesús rogándole y dando gracias; ser buenos compañeros compartiendo y perdonando; y ayudar a los pobres. Agradeció a todos los jóvenes monaguillos la tarea que hacen desde las parroquias, y les habló sobre estar atento a la llamada de Jesús. Por último, Todos juntos fotografiarse con el arzobispo, que se despidió hasta el próximo año.