La Pastoral Obrera celebra el 1 de mayo

Con motivo del Día Internacional del Trabajador, los movimientos obreros cristianos de Cataluña reivindican un trabajo digno y decente en una vigilia de oración dedicada al compromiso colectivo transformador

Historia del 1 de mayo 

Esta fecha es una jornada reivindicativa en la que se conmemora la solidaridad de los obreros de Chicago de 1886 y las víctimas de la defensa de los derechos laborales. Y aún hoy se continúa luchando en pro de la justicia hacia las nuevas víctimas de la desigualdad, de la explotación y del paro en el mundo del trabajo.

La Iglesia también tiene algo que decir en las reivindicaciones del 1 de mayo. Lo dejó bien claro en la vigilia de oración que se celebró con motivo del Día Internacional del Trabajador en Poblenou. Y es que, según los organizadores, el 1 de mayo supone una jornada muy significativa «de lucha común para la transformación en las condiciones laborales y de vida» y «para decir alto y claro cuál es la situación que sufre hoy en día el mundo trabajador y cuál es nuestra propuesta de solución».

Por ello, y siguiendo la línea de trabajo de este curso, la Delegación de Pastoral Obrera -junto con los movimientos obreros cristianos de Cataluña- ha publicado un manifiesto donde se recogen situaciones de precariedad laboral y las líneas de actuación individual y colectivas ante situaciones que denigren las personas. «El trabajo es un derecho fundamental, no una limosna. Haciendo nuestra la causa de Jesús, que levanta la persona humana en su dignidad, el trabajo debe promover la humanización y la solidaridad», dice el manifiesto que se leyó durante la vigilia de oración.

La fuerza del colectivo

Durante la celebración diocesana del primero de mayo, se presentó la realidad de la precariedad a través de testimonios concretos extraídos de encuestas de la Delegación de Pastoral Obrera. Cada testigo tenía que presentarse ante Dios y el resto de compañeros, y la suma de experiencias se convertía en una cruz. Al final, colectivamente, y más allá de la individualidad inicial, esa cruz se transformó -como la cruz pascual- en un instrumento de vida. Y es que la construcción del proyecto de Dios pasa por reivindicaciones de un trabajo digno y decente, que es vida para todos.

También se escuchó el Evangelio del día y un fragmento de la exhortación Evangelii Gaudium del Papa Francisco. Una oración por la justicia y el canto a la libertad pusieron punto y final a una velada que reivindicó el trabajo decente y llamó al compromiso colectivo transformador para mejorar la dignidad de las personas y de los trabajadores. El 1 de mayo todos los movimientos cristianos obreros comieron juntos para hacer un acto de planteamiento de la situación actual.

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