La hermana Paciencia Melgar, un ejemplo de generosidad

La ponencia contó con la presencia del secretario de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC), y del técnico de proyectos de la Fundación Signos Solidarios

Una historia sin rencores y de generosidad es la que relató la hermana concepcionista, Paciencia Melgar, desde la Sala Pedro Casaldáliga de la librería Claret. La ponencia contó con la presencia del secretario de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC), y del técnico de proyectos de la Fundación Signos Solidarios.

La historia

Durante los polémicos meses en que el término ébola comenzó a ser familiar, el Gobierno Español, siguiendo los parámetros impuestos por la OMS, no dejó repatriar a España a enfermos de ébola que no fueran del país, como fue el caso de la hermana Paciencia. Pero paradójicamente, mientras que el padre Pajares moría sólo cinco días después de aterrizar en Madrid, la hermana Paciencia sobrevivía al virus en el «campamento de la muerte», el centro Elwa de las afueras de Monrovia.

La hermana obtuvo el alta el 25 de agosto y al cabo de un mes aterrizaba en Madrid para ofrecer su plasma al misionero Manuel García Viejo, también de la orden de San Juan de Dios. No estuvo a tiempo, pero su plasma sí sirvió a la mediática auxiliar de enfermería Teresa Romero. Desde entonces no ha dejado de colaborar con los investigadores para encontrar una cura a la enfermedad.

Para que este infierno acabe, la monja afirma que es urgente la ayuda internacional, tras recordar que los hospitales y las escuelas están cerradas y las empresas se están marchando de Liberia. Considera que no sólo es un problema de África, y que lo que más daño le provoca es que tras él dejó mucha gente que sigue sufriendo.

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