La fuerza de la oración
El pasado 8 de septiembre profesó solemnemente como monje de Montserrat el H. Anton Gordillo. Doctor en ingeniería industrial, dejó la docencia como profesor del área de ciencia de materiales para entrar en el Monasterio «en busca de una mayor unión con Dios a través de la oración, siendo testigo de un Dios amoroso y [...]

El pasado 8 de septiembre profesó solemnemente como monje de Montserrat el H. Anton Gordillo. Doctor en ingeniería industrial, dejó la docencia como profesor del área de ciencia de materiales para entrar en el Monasterio «en busca de una mayor unión con Dios a través de la oración, siendo testigo de un Dios amoroso y cercano».
¿Qué le cambió la vida?
En 2004 fui a Venezuela y, a pesar de que ya lo había visto en otros viajes en Latinoamérica, me impactó la pobreza de los barrios periféricos y las diferencias sociales, la violencia que sufre esa sociedad con numerosos asesinatos y robos, y la fuerza de una naturaleza exuberante y unos paisajes fascinantes. Esto me hizo pensar y llegar a la conclusión de que un mundo sin Dios es absurdo.
¿Por qué le atrajo la vida monástica?
Después de un proceso de casi dos años, me enamoré de Dios. La vida cotidiana no podía satisfacer esta relación íntima con Dios. Necesitaba dedicar mucho tiempo a la oración, vivir en el seno de una comunidad que ora, que vive y que trabaja pensando en Dios. Esto me llevó a buscar un monasterio con una comunidad numerosa y con un cierto nivel cultural, al que estaba acostumbrado después de 24 años en el mundo universitario.
¿Por qué la oración tiene tanta fuerza?
El mundo se puede cambiar de muchas maneras. Hay quien lo hace aportando su trabajo en un hospital, en misiones, en una ONG … Yo me siento llamado a hacerlo mediante la oración, a través de esta relación amorosa con Dios que puede hacer cambiar el corazón de los hombres y, por tanto, mejorar este mundo imperfecto en el que vivimos.
Entrevista realizada por Òscar Bardají y Martín a Anton Gordillo para la Hoja Dominical del 6 de octubre