La crisis de la Tierra, un reto

Mn. Peio Sánchez aporta las claves para entender la última encíclica del Papa Francisco, 'Laudato Si'

Parece que el movimiento ecologista, que ha tenido fuentes tan variadas de inspiración, reclama, con prioridad especial, la dimensión espiritual. Cuando la humanidad entra en una fase de no retorno en su relación con el planeta, esta pregunta se traslada especialmente a los dos tercios de la población de la Tierra que se reconoce vinculada a la experiencia religiosa, que muy mayoritariamente confiesa Dios, creador del universo.

Ciertamente, desde el Dios bíblico, entre el Creador y las criaturas hay una relación especial que se concentra en la experiencia de amor y libertad del ser humano. La crítica situación actual, en la que el factor humano puede afectar las condiciones de vida de todas las criaturas, implica una llamada de Dios a la responsabilidad de la humanidad.

En el relato bíblico, del cual beben las tres religiones abrahámicas, Dios ofrece a los seres vivos la tierra como morada. El «dominad la tierra» (Gn 1,28) no se puede interpretar como una invitación a los seres humanos a expoliar el planeta. Lejos de esta interpretación interesada, el ser humano es reconocido como imagen y representante de Dios en la creación, tanto en el trabajo como en el ocio, tanto a la hora de procurarse las condiciones para vivir como cuando se responsabiliza en el cuidado para la conservación de todas las criaturas. La tierra es el espacio o casa para la vida en la que el Dios creador y trascendente está dispuesto a vivir.

Los seres humanos somos responsables y colaboradores de la creación continua de Dios. Somos administradores o ecónomos y debemos rendir cuentas ante Dios.

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...