La confesión, ¿Imprescindible?
Tres ministros de la Iglesia explican el sentido del sacramento y su situación actual

El sacramento de la reconciliación ha sido, en los últimos años una práctica abandonada por una gran parte de la sociedad. A menudo se percibe como un acto » ejano y anticuado», dirigido sólo a aquellas personas que cometen pecados graves .
El rector de la Parroquia de la M.D. de Montserrat, Mn. Cussó, explica la evolución del sacramento a lo largo del tiempo, donde ha cambiado la actitud del penitente, del cura e incluso la forma de celebrar el sacramento: «El penitente busca en la confesión la absolución de los pecados, pero también alguien que le escuche, que lo entienda y que pueda ayudar con un consejo»
Es habitual pensar que si uno es una buena persona no debe confesar, y por tanto, el primer paso para la confesión es reconocer que el hombre es imperfecto. Mn. Pagès, rector de la Parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa, recomienda confesarse con naturalidad de las problemas del día a día, no sólo de los pecados mortales.
Un cura como intermediario?
El sacerdote no tiene la autoridad de perdonar o consagrar, reconoce el confesor de la Catedral de Barcelona, Mn. Climent. Lo hace con las palabras de Dios y en su nombre. Aún así, uno se puede engañar a sí mismo y justificarse, por ello, exponer los pecados en voz alta y razonarlos ayuda a rectificar .
De qué nos tenemos que confesar?
Los diez mandamientos marcan las buenas prácticas de los cristianos , pero la vida real está llena de matices que pueden confundir a las personas. Mn. Cussó explica que «los jóvenes consideran que el pecado es una tontería porque hemos elevado a la categoría de pecado muchas cosas que son malos entendidos, límites o imperfecciones». Destaca también la importancia de resolver los problemas con las personas, y no sólo con Dios. «Dios no se cansa de perdonarnos, no nos cansamos nosotros de pedirle perdón», añade Mn. Pagès.