La buena noticia de un Dios cercano

Dios se ha hecho cercano. Con esta convicción la Iglesia nos convoca en el nombre del Señor para vivir la alegría de su encuentro que lo hace presente en la persona de su Hijo Jesús

Inmersos en la variedad de maneras de vivir la Navidad y de explicar su misterio, nos vemos obligados a decir que tenemos noticias de Dios, ya que habla a los hombres y a las mujeres como amigos suyos, movido por su gran amor, conversa con ellos y les invita a comunicarse y a estar con Él. Dios ha hablado, se ha acabado el silencio y se ha superado su lejanía. Dios se ha hecho cercano. Con esta convicción la Iglesia nos convoca en el nombre del Señor para vivir la alegría de su encuentro que lo hace presente en la persona de su Hijo Jesús. Porque tenemos buenas noticias de su llegada, hecha de la manera más humilde que podamos imaginar, podemos pronunciar su nombre, conocer a su familia, adentrarnos en su pueblo, tratar a su gente. Y así, conocerlo.

 
¿De qué mejor manera podemos celebrar la Navidad? ¿Cómo vivir la proximidad de Dios, cuando nos cuesta tanto encontrar aquella felicidad que no se compra ni se vende en los mercados? Muchos se lo preguntan porque tienen necesidad de encontrar un sentido, quieren dar razón de su alegría y desean encontrar la paz del corazón para irradiarla a los demás.
 
La fiesta de la Navidad del Señor apunta hacia Dios que se hace hombre entre nosotros, tan necesitados de la salvación, y se hace anuncio de una nueva forma de entender la vida para que la vivamos según el Evangelio. Celebrar la Navidad del Señor es reavivar la llama de la esperanza de que todas las cosas pueden cambiar y ser nuevamente reorientadas. El tan esperado nacimiento ha tomado un entrañable tono: el silencio de la noche, una familia joven y humilde, un pesebre, a pesar de la indiferencia de una sociedad que va a la suya. Sin embargo, gana la acogida de aquellos que se han visto gratamente sorprendidos por una alegre noticia que no esperaban.
Solo un amor sin medida, hecho a la medida de Dios, puede explicarlo, y solo la fe y el mismo amor correspondido, entenderlo. Por eso, es el momento de demostrar que podemos vivir apasionadamente haciendo el bien, como Jesús, fuente inagotable de verdadera alegría.
 
¡Feliz y santa Navidad en la alegría del amor del Señor!

Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona
Administrador apostólico de Mallorca
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