La alegría del amor: un gran documento sinodal
El arzobispo Juan José Omella reflexiona sobre el documento del Papa Francisco sobre la exhortación postsinodal del amor a la familia

La Exhortación apostólica sobre la familia ya es una realidad. “La alegría del amor” nos recuerda la belleza de la vida familiar. Francisco escribe elocuentemente sin esquivar ninguna cuestión relacionada con la familia, por controvertida que sea.
Su principal novedad es la petición del Pontífice de tener siempre una actitud de acompañamiento. El obispo de Roma anima a los pastores y a los que trabajan en el apostolado de la familia a escuchar con sensibilidad. Un concepto clave de la alegría del amor es la integración.
El Papa afronta vías pastorales que orientan en la construcción e familias sólidas y fecundas, guiando a los novios en la preparación al matrimonio y a los esposos en los primeros años de vida matrimonial, así como a una espiritualidad de la pareja y de la familia que “es un camino que el Señor utiliza para llevarlos a la cima de la unión mística (AL316).
Creo que merece especial atención el comentario al “himno del amor” de san Pablo (1C 13,4-7) en el que el papa Francisco hace una exégesis atenta, inspirada y poética con una gran capacidad de introspección psicológica. El matrimonio es por tanto la cotidianidad del amor que pasa por una “combinación de alegrías y fatigas, de tensiones y de reposo, de sufrimientos y de liberación, de satisfacciones y de búsquedas, de fastidios y de placeres” (AL 126).
El papa Francisco ha puesto un especial énfasis para que todas aquellas personas que se encuentren en situaciones de dificultad en su vida matrimonial puedan recibir una atención especial. Lo expresa el documento con unas palabras muy claras: “Ayudar a sanar las heridas de los padres y ayudarlos espiritualmente, es un bien para los hijos, quienes necesitan el rostro familiar de la Iglesia que los apoye en esta experiencia traumática”. (AL 246)
El documento pontificio tiene algún aspecto crítico al referirse a la praxis que acentuaban las cuestiones morales y doctrinales y en la denuncia permanente a la decadencia mundana, poniendo poca atención en todo lo que nos rodea de positivo. Esto no significa una crítica a situaciones anteriores de la Iglesia sino que se observamos cuidadosamente el documento se funda en una profusión de enseñanzas de San Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI y las enseñanzas recogidas de los propios Padres Sinodales.
La exhortación Amoris laetitita abre una esperanza abundante basada en la misericordia. No es un documento que proponga reglas o condenas sino que es un llamamiento a la participación, al acompañamiento ya a la integración: “El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que lo piden con el corazón sincero” (AL 296).
Quiero indicar finalmente que esta exhortación propone a la Iglesia como comunidad y a todos sus pastores para que cambien su enfoque respecto a la familia: “Para integrarla, para acompañarla desde su inicio, para permanecer cerca de todos aquellos que han sufrido los efectos del amor herido, planteando un desafío a ser comprensivos frente a situaciones complejas y dolorosas, haciéndolo en las existencia concretas de cada persona y siempre con ternura.
La Exhortación apostólica concluye con una bella oración a la Sagrada Familia que recomiendo sea una oración para ser rezada en nuestros hogares.
+Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
Artículo publicado en La Vanguardia del domingo 10 de abril de 2016