La alabanza vence el miedo

Mn. Peio Sánchez, profesor de antropología teológica, da las claves para entender la nueva encíclica del Papa Francisco, 'Laudato Si'

El dilema entre destruir o conservar ha llegado a las fracasadas cumbres del clima. La fe en el Creador, antes de reclamar la exigencia ética, es una invitación a alabar (título de la carta del Papa Francisco: Alabado seas). El creyente es invitado, en primer lugar, a vivir en la admiración agradecida por la creación. No es nada extraña la llamada al canto de san Francisco. El tiempo de verano, el tiempo de vacaciones, es un buen tiempo para educarnos y practicar esta admiración agradecida por la creación.

El agradecimiento supone un cambio de mirada, desde el consumo a la contemplación, desde el ídolo en la imagen. Aprender a mirar permite descubrir en la ocultación la latencia del Espíritu vivificador, que, contra los desastres ambientales y las masacres de la vida, continúa preguntando: «¿Dónde estabas tú cuando yo ponía los cimientos de la tierra?» (Jb 38, 4), a la vez que promete «un cielo nuevo y una tierra nueva» que será la morada de «Dios con los hombres» (Ap 21,1-5).

La alabanza confiada traspasa el miedo del colapso. La fuente del respeto a la conservación de la creación no radica en la exigencia imprescindible sino en el don inmerecido y terco de Dios, que sostiene la bondad de la creación.

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