La adoración
Lino E. Díez, religioso sacramentino, doctor en sagrada escritura y profesor de centros teológicos de Madrid y Sevilla

Del 4 al 8 de julio se celebró en Montserrat el XXXVIII Curso de verano de Liturgia, que organiza el Instituto Superior de Liturgia y el Centro de Pastoral Litúrgica de Barcelona, ​​y que este año se ha centrado en «El culto eucarístico. Celebrar adorando». Uno de los ponentes, Lino E. Díez, religioso sacramentino, doctor en sagrada escritura y profesor de centros teológicos de Madrid y Sevilla, considera acertado «centrar la atención en una dimensión absolutamente esencial de la liturgia cristiana: la presencia y la acción de Dios, y cómo respondemos».
La adoración, como actitud fundamental del creyente…
Lo que es valioso tiende a la santidad, y todo amor apunta a la adoración como su ideal extremo. El que se considera agnóstico, sin fe, es en realidad un creyente en la nada. La adoración no sólo es el acto más elevado que puede llevar a cabo un ser humano, sino también el más necesario, individual y colectivamente, sabiendo que un objetivo de adoración equivocado desluce la adoración y su vida entera.
¿La actual cultura occidental puede resultar una dificultad para esta actitud de adoración?
Sin duda, nuestro arraigado secularismo es una dificultad añadida. Pero toda la aspiración humana, y su tarea moral, consiste en el movimiento de realización de los valores más altos. Somos llamados a la santidad, a amarla. El hombre es el buscador de Dios.
¿La adoración puede fomentar en el creyente actitudes de misericordia?
Debe provocarlas. La adoración es la manifestación de nuestro amor por el Señor, recordando que «al final de los tiempos, se permitirá contemplar la carne glorificada de Cristo sólo a quien no se haya avergonzado de la carne de su hermano herido y excluido» (Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis).
Entrevista realizada por Òscar Bardají y Martín para el Full Dominical del próximo 21 de agosto.