Jornada Mundial de la Vida Consagrada
Todos los miembros de la Vida Consagrada renovaron su consagración ante el Pastor Diocesano En la festividad de la Presentación del Señor, el sábado 2 de febrero, el Sr. Cardenal Arzobispo presidió la Eucaristía de la celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada en la archidiócesis de Barcelona. Le acompañaban el Delegado Episcopal [...]

Todos los miembros de la Vida Consagrada renovaron su consagración ante el Pastor Diocesano
En la festividad de la Presentación del Señor, el sábado 2 de febrero, el Sr. Cardenal Arzobispo presidió la Eucaristía de la celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada en la archidiócesis de Barcelona. Le acompañaban el Delegado Episcopal de la Vida Consagrada Mn. Francesc Prieto, el Presidente de la Unión de Religiosos de Cataluña (URC) P. Máximo Muñoz y un numeroso grupo de sacerdotes religiosos.
La celebración de este año, enmarcada en el Año de la Fe, acentúa el ser de la Vida Consagrada como «Signo vivo de la presencia de Cristo Resucitado en el Mundo».
El Sr. Cardenal bendijo las candelas que los concelebrantes, religiosos y religiosas, personas de otras formas de vida consagrada y laicos llevaban encendidas, símbolo de Jesús, luz del mundo. Esto es un símbolo del reflejo de la luz del Señor en la vida de los cristianos y en particular de los que, movidos por la fe y el amor, se han consagrado al Señor.
Antes de las lecturas, el Presidente de la URC presentó la Jornada y el Evangelio fue proclamado por el Delegado Episcopal de la Vida Consagrada. Cantos, lecturas, oraciones y ofrendas contaron con la participación de diferentes miembros de la Vida Consagrada.
El Sr. Cardenal, en su homilía, recordó las palabras del papa Benedicto XVI, en la carta apostólica sobre el Año de la Fe que estamos celebrando, poniendo de relieve que escribe unas palabras que son válidas para todos los cristianos, pero de una en especial para los religiosos y las religiosas: «Lo que el mundo necesita hoy de una manera especial es el testimonio creíble de quienes, iluminados en la mente y en el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, aquella que no tiene fin».
Todos los miembros de la Vida Consagrada renovaron su consagración ante el Pastor Diocesano y al final de la celebración, consagrados y todo el pueblo fiel, con una oración conjunta, agradecieron el don de la fe y pidieron nuevas vocaciones.
Al terminar esta gozosa celebración, se invocó a Santa María, la Consagrada por excelencia, con el canto del Virolai.