J.M Mallarach: «El conocimiento analítico es fragmentador»
La Fundación Joan Maragall organizó una mesa redonda sobre la encíclica Laudato si' la cual pide una nueva espiritualidad

La mesa redonda que tuvo lugar ayer en la Fundación Joan Maragall sobre la encíclica Laudato si’ sirvió para transmitir una realidad latente: el Papa Francisco pide una nueva espiritualidad.
Actualmente no son tiempos fáciles. Tímidamente se empieza a superar la recesión económica. Por este motivo la encíclica pide una acción política que aplique unos valores y una ética ecológica a la sociedad. «Se trata de una encíclica rabiosamente moderna y que deja atrás la que seguramente es una ética muy antropocéntrica y que ha presidido la forma en que nos hemos acercado a la cultura en general, para imponer una nueva ética de base ecológica donde la naturaleza tiene un valor en sí. Desde el punto de vista político nos imponemos la reparación de los daños causados ​​», apuntó Santi Vila, consejero de Territorio y Sostenibilidad.
Tecnocracia como elemento limitador
El Francisco muestra como en la raíz de todo lo que nos rodea está el poder de la técnica. Una tecnocracia que domina la política y domina la economía. «La tecnocracia sólo reconoce la validez de lo que es tecnológicamente factible y por lo tanto, las consideraciones humanas, espirituales y éticas quedan desterradas y a la larga provoca que la tecnocracia sea compatible tanto en la ética como en la espiritualidad», remarcó Jordi Pigem, filósofo de la ciencia y escritor.
Este cambio de mentalidad, esta nueva espiritualidad, necesita una comunicación adecuada para concienciar sobre la necesidad de este cambio, un lenguaje que conecte con la gente. «Se ha utilizado únicamente un lenguaje racionalista. Un lenguaje que no conecta con los valores profundos de las personas, que no moviliza las emociones, que es incapaz de suscitar cambios» denunció José María Mallarach, máster en ciencias ambientales.
Mirada contemplativa
Los expertos consideran importante impulsar iniciativas de educación ambiental para reconectar espiritualmente con la naturaleza, para tener una aproximación contemplativa. «No quiere decir que la observación, la interpretación y el análisis no tengan su lugar, pero nos hemos olvidado de la contemplación. Esta es un conocimiento amoroso, unitario, mientras que el conocimiento analítico es fragmentador «, señaló Mallarach.
Con esta comparación, «no es lo mismo la luna de la NASA que la luna de San Francisco de Asís», Jordi Pigem sintetizó la idea de la mesa redonda: hay que ir más allá del punto de vista estrictamente técnico y científico.