Inicio del Pontificado de S.S. el Papa Francisco

[Gabinet d’informació de l’Església a Catalunya] Esta mañana, en la plaza de Sant Pedro del Vaticano, en la solemnidad de san José, se ha celebrado la Misa de inicio del Pontificado de S.S. el Papa Francisco. La Eucaristía ha sido presidida por el papa Francisco y concelebrada por los cardenales presentes en Roma, los Patriarcas [...]

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Esta mañana, en la plaza de Sant Pedro del Vaticano, en la solemnidad de san José, se ha celebrado la Misa de inicio del Pontificado de S.S. el Papa Francisco. La Eucaristía ha sido presidida por el papa Francisco y concelebrada por los cardenales presentes en Roma, los Patriarcas y Arzobispos Mayores Orientales, el secretario del Colegio Cardenalicio y dos padres generales religiosos, el de los franciscanos menores, P. José Rodríguez, y el de los jesuitas, P. Adolfo Nicolás. De las diócesis catalanas, han asistido el Cardenal Lluís Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona; Mons. Jaume Pujol, Arzobispo de Tarragona; Mons. Joan-Enric Vives, Arzobispo-Obispo de Urgell y Copríncipe de Andorra; Mons. Josep Àngel Saiz, Obispo de Terrassa y Mons. Romà Casanova, Obispo de Vic.

Antes de empezar la Misa, han tenido lugar los ritos específicos de inicio del ministerio petrino: la imposición del palio, la entrega del Anillo del Pescador y el rito de la obediencia de los cardenales.

En la homilía, el Santo Padre Francisco ha empezado recordando a su predecesor Benedicto XVI, del cual ha dicho que “le estamos cercanos con la oración, llena de afecto y gratitud”, y ha saludado a los hermanos Cardenales y Obispos, a los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas y a todos los fieles laicos. Ha agradecido la presencia de los representantes de las otras Iglesias y comunidades eclesiales, así como de los representantes de la comunidad judía y otras comunidades religiosas. Asimismo, ha dirigido un cordial saludo a los Jefes de Estado y de Gobierno, a las delegaciones oficiales de muchos países del mundo y al Cuerpo Diplomático.

El Santo Padre ha destacado que la misión que Dios confía a san José es la de ser custodio de Jesús y María, una custodia que después se extiende en la Iglesia. El Papa ha añadido que “San José ejerce esta custodia con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad total. Vive su vocación con atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio; es custodio porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible todavía a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos. En él vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.”

El Santo Padre ha expresado que la vocación de custodiar tiene una dimensión que corresponde a todos: “Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles. Cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido.”

Finalmente, el Santo Padre ha dicho que el ministerio petrino del obispo de Roma, Sucesor de san Pedro, comporta también un poder, pero no tenemos que olvidar nunca que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños.

Acabada la Eucaristía, el Papa Francisco ha impartido la bendición apostólica.

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