Indignados ¿contra quién?

Las personas tenemos derecho a pensar como queramos. Eso es lo que se llama democracia. ¿Por qué me tengo que indignar y atacar a quien no piensa igual?

Hace unos días apareció la puerta de la iglesia llena de pintadas. Ayer recibí una foto enviada por un cura amigo de una manifestación ante la catedral de Terrassa. Hoy veo en la televisión como cinco chicas agredían el cardenal de Madrid, Rouco Varela… te preguntas por qué, y la respuesta es que están indignados. ¿Contra quién?

Están indignados e indignadas contra la nueva ley del gobierno sobre el aborto. ¿Y por qué no se quejan entonces a la delegación del gobierno? Porque resulta que la Iglesia está detrás de esta ley. ¿En serio? A mí no me ha llamado nadie para consultarme. Las personas que ayer acudieron a misa y tuvieron que salir por la puerta trasera de la catedral de Terrassa creo que tampoco. Quizás al cardenal Rouco Varela sí le han consultado. Y supongo que habrá dicho lo de siempre: que la Iglesia está en contra del aborto y a favor de la vida. Como siempre se ha dicho. Entonces, ¿por qué ahora estos ataques y gritos contra iglesias?

Las personas tenemos derecho a pensar como queramos. Esto es lo que llaman democracia. ¿Por qué tengo que indignarme y atacar literalmente a quien no piensa igual? ¿Por qué le tengo que ir a llamar, insultar, agredir…? Para mí sería muy interesante y constructivo hacer un café con los autores de la pintada de la iglesia, o con los manifestantes de Terrassa o con una de estas Femen indignadas. Y que habláramos del porqué de su indignación, sobre qué es realmente abortar, sobre lo que no se dice de este drama, sobre cómo ayudar a las mujeres ante embarazos no deseados, sobre si tiene sentido vivir con una malformación, etc. Hay tantas cosas de las que hablar… Pero algo me dice que es más cómodo llamar y manifestarse que no dialogar ni pensar. No sea que quizás acabe resultando que las cosas son más complejas de como se las veía. Detrás de la rabia siempre hay sufrimiento. Pero el odio nunca cura heridas. Al revés.

Hace unos meses una chica me quiso hacer una entrevista justamente sobre el aborto. Nos reunimos en una cafetería y estuvimos hablando mucho rato. Ella estaba en contra de la nueva ley, y por tanto a favor del aborto. Fue una conversación muy bonita y apacible. A mí me hizo mucho bien hablar con ella porque me hizo pensar. Y a ella creo que también. «No me has convencido», me dijo con una sonrisa . «Pero me has hecho pensar» . Aquella chica, me di cuenta, en realidad tampoco había pensado mucho sobre el aborto. Y lo curioso es que a pesar de yo ser cura, Dios no salió ninguna parte.

Ahora sí que me refiero a Dios, y le pido que ponga más cordura y menos locura en el corazón de los jóvenes de hoy, para no dejarse manipular. Reflexionad y no os dejéis llevar por la mayoría. Todos podemos equivocarnos, pero no dejéis que os digan que una equivocación es un acierto. Es lo peor que le pueden hacer. Y el aborto nunca lo es.

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