Incrementar la calidad de vida de las personas mayores

Un informe de la Fundación Cuberes Donlo, elaborado por la Fundación Pere Tarrés, determina que los vínculos personales y afectivos creados por programas intergeneracionales tienen un impacto positivo en las personas usuarias

El sábado 1 de octubre se celebra el Día Mundial de las Personas Mayores. En Cataluña hay 1.385.476 personas mayores de 65 años, un 18,3% de la población, de las cuales más de un 25% se concentran en la ciudad de Barcelona, ​​según datos del IDESCAT y el Ayuntamiento de Barcelona. El envejecimiento progresivo de la población es un fenómeno que nos acompaña desde hace años y que marcará gran parte de la sociedad en que viviremos en el futuro.

Ante el creciente envejecimiento de la población la sociedad se enfrenta a retos como la soledad, las limitaciones funcionales y, muy a menudo, la precariedad económica de las personas mayores. Para hacerle frente, el estudio de la Fundación Cuberes Donlo, elaborado por la Fundación Pere Tarrés, pone de relieve hasta qué punto los vínculos personales y afectivos son esenciales para mantener e incrementar su calidad de vida.

A pesar de que la mejora de la calidad de vida y los avances médicos de las últimas décadas son los responsables de este aumento, no todas las personas mayores están en igualdad de condiciones. En el municipio de Barcelona el contexto económico para muchas de estas personas no es favorable, un 55% de los mayores de 60 años viven con menos de 1.065 euros al mes, y más de un 25% lo hace con menos de 532,51 euros al mes. Además, un 20% de las personas mayores presenta algún tipo de discapacidad y el 25-30% vive sola.

Los vínculos personales y afectivos mantienen e incrementan la calidad de vida

Ante esta realidad, varias entidades e instituciones públicas llevan a cabo programas para paliar la soledad de las personas mayores. Y es que los vínculos personales y afectivos creados a partir de los programas intergeneracionales tienen un impacto positivo en las personas usuarias, que experimentan mejoras en su salud emocional, ven incrementada su sensación de seguridad y disminuida la sensación de aislamiento y aumentan las su relaciones sociales y sus oportunidades de participación. Esta es una de las principales conclusiones extraídas del estudio Envejecimiento activo y personas en situación de aislamiento sobre el envejecimiento activo, centrado en la relación que se establece entre personas mayores de varias generaciones en el marco de programas que buscan reducir el aislamiento de las personas mayores.

Las personas usuarias: mujer de más de 85 años

El perfil de las personas mayores usuarias de los programas intergeneracionales analizados en el estudio tienen la soledad no deseada y el riesgo de exclusión social como denominador común. Aproximadamente la mitad de las personas tienen más de 85 años y en un 81% de los casos son mujeres. Se trata de personas con un nivel de ingresos bajo, con ausencia o debilidad de red familiar y/o social y por tanto en situación de fuerte riesgo de aislamiento. A esto hay que añadir que algunas de estas personas tienen limitaciones funcionales.

Los impactos positivos en las personas usuarias

La mejora emocional para la alegría y la ilusión que les proporciona la relación y contacto es uno de los impactos relacionados con la salud. Los usuarios también experimentan cambios en la visión de su mundo ya que incorporan una perspectiva más positiva de la vida considerando un futuro que se espera con ganas, la llegada del voluntario. La conversación es una de las actividades que tiene presencia más frecuente y más importante ya que permite un intercambio de aprendizajes.

Se genera un vínculo afectivo con el voluntario que es muy importante para el sentimiento de seguridad, protección y tranquilidad de la persona mayor: el hecho de saber que se dispone de un soporte en cualquier momento de necesidad y que alguien está pendiente de ellos de manera constante permite acabar con la sensación de desprotección y desamparo.

Las personas voluntarias: mujer de entre 55 y 69 años

La vinculación de las personas voluntarias con los programas de acompañamiento a las personas mayores se produce en diversos contextos. Algunas combinan la actividad voluntaria con la laboral, aunque la mayoría, es con la llegada de la jubilación que llega el momento clave para iniciarse. En cuanto a su perfil, la mayoría son mujeres, un 65% y tienen entre 55 y 69 años.

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