Iglesia viva que ama y espera

La Iglesia es viva, no por el reconocimiento a favor o en contra de que de ella se hace, sino porque acompaña todas las pobrezas con amor y sin desfallecer

La Iglesia está viva porque el Espíritu de Cristo está en ella, muy a pesar de nuestras debilidades. La observación de la realidad diaria me da la certeza de que en el trabajo silencioso se esconde una fuerza espiritual que le otorga autenticidad. La verificación de ello es la existencia de unas parroquias que acogen sin hacer diferencias, que celebran la fe con alegría y hacen que el Evangelio llene de verdad el caminar de cada día. Esta verdad es Jesús, encontrado, escuchado, conocido, querido y anunciado sin afán de protagonismo en medio del ambiente secular que vivimos.

La Iglesia está viva, no por el reconocimiento a favor o en contra que se hace de ella, sino porque acompaña todas las pobrezas con amor y sin desfallecer. ¿Qué sucedería si, de repente, los cristianos renunciáramos a estar presentes en todos los ámbitos de la sociedad y el Evangelio dejara de ser anunciado? ¿Qué pasaría si por un momento se cortara toda la solidaridad y la ayuda que se está dando a tanta gente excluida?

Obran cada día este milagro una infinidad de familias, grupos y comunidades que responden con una generosidad que muestra la calidad del amor entre sus miembros. Además de las familias, tantas otras instituciones que no buscan prestigio ni esperan el reconocimiento público, pero están junto a quienes la crisis está empobreciendo aún más, y ofrecen recursos materiales, tiempo, capacidades y espiritualidad. He podido comprobar que la fuerza proviene del encuentro con Jesús, del Evangelio, de la oración y de la sensibilidad social que los anima.

Viviéndolo entre la gente, veo que el estilo evangélico y el espíritu comunitario va ganando terreno entre nosotros, y debemos alegrarnos. Por otra parte, es lastimoso que algunos aún están malversando el tiempo juzgando y condenando, un tiempo que podría ser utilizado para hacer el bien o dedicado a la oración. En la nueva etapa eclesial que se nos abre, toda observación y trabajo debe seguir ofreciendo a Jesús y al Evangelio, con la transparencia de las bienaventuranzas y el tono rehabilitador de las obras de misericordia.

 

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

 

 

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...