Iglesia, ¡cuánto te amo!

Decirlo es creer en una Iglesia en salida, con el corazón y las puertas abiertas, dispuesta a acoger, a escuchar, a acompañar, a comprender, a ayudar, a perdonar

Iglesia, ¡cuánto te amo! Lo aprendí del beato Pablo VI leyendo su testamento. No se puede decir de la mejor manera, lo dice una persona que ha entendido que la Iglesia es sacramento de Jesucristo, es decir, signo visible de su amor en medio de nuestro mundo. Una Iglesia que es santa porque el Espíritu de Jesús está presente en ella y, a la vez, es pecadora porque estamos nosotros, aunque llamados a convertirnos siempre, cada dia. Una Iglesia que vive el misterio de la misericordia, samaritana, capaz de cercanía y ternura, con un corazón que ve donde falta amor y actúa en consecuencia.

Iglesia, ¡cuánto te amo! Decirlo es creer en una Iglesia en salida, con el corazón y las puertas abiertas, dispuesta a acoger, a escuchar, a acompañar, a comprender, a ayudar, a perdonar. Una Iglesia accidentada, herida y manchada por haber salido a la calle, por estar en medio del pueblo, compartiendo alegrías y esperanzas, tristezas  angustias con los más afectados de todo, de momentos buenos y de desgracias, de aciertos y fracasos. Una Iglesia que, a pesar de todo y con un voto de confianza en quien la conduce, se lanza mar adentro y echa las redes allí donde el Señor le indica.

Iglesia, ¡cuánto te amo! Sobrevives a todos los ataques, persecuciones e indiferencia. Sobrevivirás, sobreviviremos. No hay quien pare tu dinamismo misionero, llega a todos. Estás presente en todas las periferias y rincones del mundo, atenta a observar los signos de los tiempos para darles puntual respuesta, dispuesta a actuar bien en medio de la cultura del bienestar que nos anestesia. Una Iglesia humilde que sabe pedir perdón y lo pide cuando se ha equivocado o no ha sido fiel.

Iglesia, ¡cuánto te amo! Quieres que estemos presentes en nuestra sociedad con la frescura del Evangelio de Jesús, con sus palabras y sus gestos, aquí, en nuestra tierra, entre nuestra gente, tan necesitada de valores que perduran, que nos hagan más humanos y provoquen comportamientos nuevos. En la “Diada de Germanor”, Día de la Iglesia Diocesana, y porque lo creemos así, hemos de poder decir una vez más: Iglesia, ¡cuánto te amo!

Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona
Administrador apostólico de Mallorca
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