«Hay que simplificar el proceso canónico para la declaración de la nulidad»
Con motivo del Sínodo sobre la Familia, Mn. Ramón Ollé, enviado especial, entrevistó al Cardenal Lluís Martínez Sistach

Una vez finalizada la asamblea sinodal, ¿qué conclusiones podemos extraer?
Hago una valoración muy positiva. Hemos escuchado trescientas intervenciones de los miembros sinodales de cuatro minutos cada una. Son muchas exposiciones. En esta asamblea sinodal ha habido la novedad metodológica de que las intervenciones se hacían siguiendo la temática del Instrumentum laboris, el documento de trabajo. Esto ha permitido que se escucharan seguidas las intervenciones que se referían a cada tema en concreto del citado documento.
Todos hemos hablado disfrutando de plena libertad. El Papa, en su saludo de inicio de la asamblea, nos dijo que se hablara claramente y que era necesario que se dijera todo lo que se siente con parresía. El Papa nos ha convocado para que le ayudemos presentando lo que creemos que hay que hacer. Además, la gran mayoría de los padres sinodales eran o son presidentes de las conferencias episcopales y traen la voz, la realidad y la problemática de sus respectivas Iglesias.
El papa Francisco ha puesto de relieve el trabajo sinodal de estos días, ya que los cardenales, patriarcas, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas con su presencia y participación enriquecen el trabajo y el espíritu de colegialidad y de sinodalidad para el bien de la Iglesia y de las familias.
Escuchando las numerosas intervenciones se puede hacer un diagnóstico de la salud y de los desafíos de la familia en todo el mundo, ya que muchos obispos han hablado de la situación de la familia en su país. Y se puede decir que hay muchas coincidencias fruto de la globalización de las corrientes culturales que se respiran en todo el mundo.
¿Podría resumir los temas que se han tratado estos días?
Fundamentalmente han salido los temas que figuran en el Instrumentum laboris que son éstos: el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia; el conocimiento y la recepción de la Biblia y de los documentos de la Iglesia sobre la familia; el evangelio de la familia y la ley natural; la familia y la persona; la pastoral familiar; los desafíos pastorales de la familia: crisis de fe, situaciones críticas internas a la familia, presiones externas; situaciones pastorales difíciles; apertura del matrimonio a la vida y la vocación educativa de la familia.
Sobre esta amplia temática que responde a la vida de las familias, se han centrado las intervenciones, que han hecho un diagnóstico de la familia en el mundo con grandes coincidencias: desconocimiento de los documentos de la Iglesia, crecimiento de las uniones de hecho; retraso en la edad de contraer matrimonio; aumento de las separaciones y divorcios; divorciados y casados civilmente.
Hay que tener muy presente en los distintos continentes que se vive el relativismo, el hedonismo, el consumismo y los contenidos de la cultura posmoderna, que dificultan asumir en plenitud la belleza del matrimonio cristiano, vivir una vida y comunidad de amor para siempre y la alegría de los hijos.
Le hemos visto predicar la homilía de la hora tercia y algunas intervenciones durante los primeros días. ¿Qué aportación ha hecho usted al Sínodo? ¿Se está basando en las respuestas que se han recogido en Barcelona del cuestionario que envió el Papa?
En la homilía que pronuncié el primer día de la asamblea sinodal en la oración de tercia, comenté el texto de san Pablo en la segunda carta a los Corintios 13,11, aprovechando las recomendaciones que hace el apóstol ofreciéndonos el espíritu y marcando el estilo del trabajo sinodal, que al ser una labor eclesial, debe ser evangelizadora como nos pide el papa Francisco. En mi intervención —sólo se conceden cuatro minutos— hablé de la preparación de los adolescentes y jóvenes al matrimonio para que cuando se casen puedan realizar una comunidad de vida y de amor íntima, amándose los esposos con un amor fiel, para siempre y fecundo y de esta manera vivan ellos y sus hijos la belleza del matrimonio y de la familia.
En una segunda parte pedí que se simplificara el proceso canónico para la declaración de la nulidad del matrimonio, que sea suficiente una sola sentencia que declare nulo el matrimonio, la incorporación de laicos en los Tribunales Eclesiásticos, asesoramiento como hacemos en nuestra archidiócesis a los esposos separados para ver la posibilidad de una nulidad de matrimonio. La tercera parte pedí nuevas respuestas pastorales a las nuevas situaciones matrimoniales, trabajando para que se armonice la fidelidad a la indisolubilidad del matrimonio y la misericordia hacia los esposos divorciados y casados civilmente.
Pude hablar en un tiempo en el que había intervenciones libres, es decir, sin haber pedido previamente la palabra, durante tres minutos. Hablé de que las familias cristianas son Iglesias domésticas y viven en las fronteras geográficas de las ciudades y pueden reunir a personas para que en estos hogares se haga el primer anuncio de la fe a vecinos y conocidos no creyentes o no practicantes, para que más adelante vayan a la iglesia de la parroquia para celebrar la fe e incorporarse a la comunidad parroquial.
¿Qué podemos esperar las familias y las parejas que se preparan al matrimonio de la archidiócesis de Barcelona del Sínodo? ¿Y qué espera usted?
Se está dialogando sobre la situación de las familias, de sus problemas, sus esperanzas, las situaciones en conflicto. Lo hacemos con el deseo de presentar el Evangelio de la familia, su belleza, su vocación y para animar a todas las familias a ser fieles a lo que es la familia cristiana. Y sabemos que hay familias que no han alcanzado esta belleza, la íntima comunidad de vida y de amor y vemos que debemos estar a su lado, amarlas y acompañarlas.
Sin embargo, esta asamblea sinodal será una preparación para la del año 2015. Por eso, parece que en este Sínodo no habrá propuestas formales, sino un documento fruto de los diálogos y debates en el aula y en las reuniones de los grupos lingüísticos.
El papa Francisco pidió claridad y hablar sin miedo. ¿Se ha cumplido en el Sínodo esta manera de actuar?
Ciertamente se ha hecho. Hemos hablado con mucha libertad buscando lo que cada uno cree que es lo mejor hoy para los matrimonios y familias, y hemos escuchado las otras intervenciones con la actitud de dejarnos interpelar por las opiniones de los demás. Éste es el camino para trabajar sinodalmente.
¿El Sínodo traerá cambios en la pastoral familiar? ¿Ve a los obispos y cardenales predispuestos a un cambio? O, por contra, ¿hay muchas voces contrarias al Sínodo y a la modificación de temas relacionados con la familia?
Creo que todos los que estábamos en la asamblea sinodal buscamos lo mejor para los esposos, hijos, familias, sociedad e Iglesia. Habrá que encontrar respuestas pastorales a nuevos retos que tiene hoy la familia en todas partes y particularmente en casa lugar y cultura. Es necesaria esta actitud, que es la que nos pide el papa Francisco en su documento Evangelii gaudium cuando habla de la conversión personal y la conversión pastoral. Aquí no se trata de gustos o preferencias personales, sino de fidelidad al Evangelio y a la misericordia hacia las personas. Por eso, el Papa quería que se expusieran las diferentes opiniones y que nos enriqueciéramos mutuamente y se encontrara con la ayuda del Espíritu Santo la mejor acogida de las personas, de los matrimonios y de las familias.
¿Qué se ha dicho fuera de las reuniones?
No hemos tenido demasiado tiempo, ya que estábamos reunidos y trabajando todas las mañanas y las tardes de la semana. Más bien en el comedor hemos hablado de la situación y de los problemas de los países de los miembros del Sínodo. Se ha hablado de la situación en Oriente Próximo y otras realidades de las que informan los medios de comunicación social.
¿Qué es lo que más le ha sorprendido de todo lo que se ha dicho en el Sínodo?
La situación bastante común del matrimonio y de la familia en todo el mundo. Aquí también existe una globalización. La mayoría de los obispos son los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo y la mayoría de ellos han hablado de la realidad de su país. En todas partes van creciendo las separaciones, los divorcios, disminuyen los matrimonios, muchos viven juntos simplemente, etc. Incluso en países en los que la familia es una institución muy tradicional.
Existen unas corrientes culturales nada favorables al matrimonio y a la familia que se respiran en todas partes por parte de la juventud. Creía que esto sólo se daba en nuestro occidente europeo y en países muy desarrollados. A nivel eclesial veo que tenemos todos y en todas partes mucho trabajo que hacer, a pesar de lo que estamos haciendo.
¿Qué destacaría del testimonio de los matrimonios y qué se podrá aprovechar?
Cada Congregación General se iniciaba con el testimonio dado por un matrimonio cristiano de diferentes continentes. A estos testimonios, se añadían los de otros matrimonios que son auditores del Sínodo. Han sido maravillosos, por su vida matrimonial y familiar y por su servicio a la Iglesia y a la sociedad. Dios trabaja en todos ellos y les ha ido acompañando, convirtiendo y santificando. Sus experiencias emocionaban. Hay muchísimos matrimonios y muchísimas familias en el mundo que experimentan y destilan las maravillas que Dios hace en sus vidas.
Sobre los divorciados vueltos a casar se ha dicho que la Iglesia no debe presentar un juicio sino una verdad, con una mirada comprensiva y se ha reiterado que el sacramento de la Eucaristía no es el sacramento de los perfectos sino de aquellos que están en camino. No todos los sacerdotes están de acuerdo con esta afirmación. ¿Qué pasará entonces? ¿Cómo debe gestionarse?
San Juan Pablo II en su exhortación apostólica Familiaris consortio habló de estos hermanos y de sus situaciones y nos dijo que la Iglesia y las comunidades deben ayudarles y manifestarles una caridad solícita, ya que la Iglesia debe presentarse y actuar como madre misericordiosa. Esto nos interpela a todos. Estos hermanos, como recuerda Juan Pablo II, no deben considerarse separados de la Iglesia. A la luz de estas peticiones han de encontrarse respuestas pastorales.
Declaraciones del cardenal Lluís Martínez Sistach desde el Sínodo a Mn. Ramon Ollé, delegado de Medios de Comunicación del Arzobispado, publicadas en Cataluña Cristiana n. 1830 del 10/19/2014 pág.6 y 7.