Gestos que humanizan
El Papa Francisco demostró que es un ciudadano más de Roma saliendo del Vaticano para ir a una óptica a cambiarse las gafas, donde exigió pagar la factura

Se pueden esperar muchas cosas de un Papa pero que salga a la calle y vaya a la óptica como un transeúnte más, sin seguridad, para cambiarse las gafas impresiona sobremanera. Así, boquiabiertos, quedaron los romanos y turistas que paseaban por Vía del Babuino y que se dieron cuenta de que el Papa Francisco se estaba renovando sus lentes. Un gesto más que demuestra que, a pesar de haber asumido el cargo de Pontífice, el Papa sigue el modus operandi que tenía como obispo en Buenos Aires.
También pagó él
El Papa escogió esa óptica siguiendo el consejo tanto de su oculista como de Mons. Karcher, cerimoniero pontificio. Allí se hizo una revisión de la vista y se probó numerosas monturas aunque ninguna de ellas le acabó de convencer «No quiero un nuevo marco, sólo tiene que hacer de nuevo las lentes. No quiero gastar demasiado. Eso sí, cóbreme», le dijo el Papa a Alessandro Spiezia, dueño de la óptica que en pocos segundos quedó rodeada de gente, que no dudaron en sacar sus dispositivos móviles y cámaras fotográficas para capturar el momento.
El Papa estuvo en la tienda durante 40 minutos mientras le medían la vista y conversaba con Alessandro y sus trabajadores. Según relató el propietario a la prensa, el Pontífice le dijo al oído: «Tenga cuidado, Alessandro. Yo pago lo que se debe». Finalmente, el Papa dejó el local advirtiendo que le habían de enviar la factura y, junto con su chófer, entró en el coche para volver al Vaticano. Eso sí, no sin antes atender a todos los curiosos que se reunieron en las afueras de la óptica.