Fidelidad y servicio a la Iglesia
Entrevista a Salvador Bernal, amigo de Josémaría Escribá y autor de 'Álvaro del Portillo, una semejanza personal'

El próximo sábado, día 27, tendrá lugar en Madrid la beatificación de Álvaro del Portillo, sucesor de San Josémaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Su vida estuvo marcada por un sentido de fidelidad y servicio a la Iglesia -trabajó en el Concilio Vaticano II y, también, en la curia vaticana. Salvador Bernal, que conoció bien al futuro beato, ha publicado Álvaro del Portillo, una semejanza personal (Ed. Claret).
¿Cómo era Álvaro del Portillo, de cerca?
Tenía el carisma de la normalidad: hombre profundamente humano, pendiente de los demás, olvidado de sí mismo. Más de una vez he usado un verso de Antonio Machado: era un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra bueno.
¿Cómo lo describiría como pastor?
Con las palabras de San Pablo en 2a Corintios 11, 28: tenía la sollicitudo omnium Ecclesiarum. Realmente, estar a su lado unas semanas significaba crecer en visión universal, participando de infinidad de noticias, alegrías y desvelos relativos a la Iglesia en tantas regiones del mundo.
¿Qué significa que Álvaro del Portillo fue testigo fiel de la vida santa de Josémaría Escrivá y por qué quiso serlo?
A lo largo de la historia, la divina Providencia ha reiterado esta figura del sucesor de un santo, al menos desde Moisés. En el caso del Opus Dei, se trataba de configurar la realidad profunda de la llamada universal a la santidad de todos los fieles. Álvaro del Portillo contribuyó a hacerla realidad, no sólo con su fidelidad personal a las enseñanzas de San Josémaría, sino con su trabajo en el Vaticano II: san Juan XXIII le encargó la presidencia de una comisión y lo nombró posteriormente secretario de otra.
Entrevista realizada por Òscar Bardají y Martín para el Full Dominical del próximo domingo 21 de septiembre.