¿Eres uno de los amigos de Jesús?

«Queremos ser verdaderos amigos de Jesús, respondiendo a la confianza que él ha puesto en nosotros cuando nos dice: a vosotros os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho.»

Acababa de entrar por la puerta del patio. Un grupillo de seis o siete niños me rodean y me hacen esta pregunta que me deja gratamente boquiabierto: «¿Eres tú uno de los amigos de Jesús?» He podido saber después que así les habían explicado lo que era un obispo. No tenían más de cuatro o cinco años y se han interesado mucho por la cadena que llevaba en el cuello y de la que colgaba la cruz. Yo mismo les he preguntado: «¿Sabéis qué es esto?» Unánimemente me han contestado: «¡Es la cruz de Jesús!» He disfrutado mucho de esta acogida tan exquisita, y de repente he recordado las palabras de Jesús que elegí como lema episcopal: «¡Vosotros sois mis amigos!» Ser amigo de Jesús y ser amigos entre nosotros es lo mejor que nos puede suceder.

Más aún. Que nos conozcan como uno de los amigos de Jesús es haber entendido que en nuestra vida hemos encontrado algo importante. Cuando el papa Francisco nos invita a renovar nuestro encuentro personal con Jesucristo o a tomar la decisión de dejarnos encontrar por él, e intentarlo cada día sin descanso, nos pide a los educadores un gesto de conversión pastoral que nos coloque «en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quien Jesús convoca en su amistad» (EG 27). Por eso, siempre he pensado que evangelizar es sobre todo ofrecer amistad.

Este mismo día, bien intenso compartiendo con educadores, niños y adolescentes, he podido escuchar de un grupo de jóvenes antes de recibir la confirmación cómo explican su amistad con Jesús. Lo digo con sus propias palabras: «Queremos ser verdaderos amigos de Jesús, respondiendo a la confianza que él ha puesto en nosotros cuando nos dice: a vosotros os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho.» Han aprendido —han dicho— que ser amigos de Jesús les ha ayudado a descubrir a Dios y a ser fieles al mandamiento de amar como Jesús ama, que es algo totalmente original para seguir aprendiendo. Todo lo que hacemos en bien de los demás tiene en Jesús su fuente y en su Espíritu su fuerza.

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...