Emotivo homenaje al sacerdote Ignasi Armengou Sañas
La iglesia de Sant Vicenç de Sarrià se llena completamente con sacerdotes, familiares y amigos del difunto para darle un último adiós

El pasado sábado día 25 de febrero, en la parroquia Sant Vicenç de Sarrià, se celebró una eucaristía de funeral y homenaje póstumo a Mn. Ignacio Armengou que murió el pasado 26 de enero, a los 95 años, en la Residencia Sacerdotal Sant Josep Oriol.
La eucaristía fue presidida por el rector de la parroquia, Mn. Salvador Bacardit y concelebrada por un grupo de sacerdotes vinculados con Mn. Ignacio: Mn. Manuel Valls, rector emérito y Mn. David Álvarez, vicario; los sarrianencs, Mn. Carlos Sauró y Mn. Juan Díaz; el actual responsable de las parroquias de Collserola (Santa Creu d’Olorde, Sant Bartomeu de la Quadra, Vallpineda, La Rierada) y rector de St. Miquel de Molins de Rei, Mn. Xavier Aymeric; el vicario episcopal del Obispado de St. Feliu, Mn. Josep M. Domingo; Mn. José Torrente y Mn. Joan Solé que también habían sido en Molins de Rei; el P. Antoni Plaza, misionero del Sagrado Corazón y Mn. Josep Serra, responsable de la Residencia Sacerdotal. También oficiaron de diáconos, Edisson Fañanas y Albert Manic.
El templo se llenó completamente. Estuvieron presentes, la hermana y sobrinos de Mn. Ignacio, el presidente y otros representantes del Distrito Municipal y los miembros antiguos y actuales de los diferentes grupos y actividades parroquiales, muchas de ellas creadas y impulsadas por Mn. Ignacio: JAS (Juventud Alegre de Sarrià) CP (Sección de Fútbol del Centro Parroquial) y Círculos de Estudios.
En la homilía, Mn. Bacardit resaltó que la Palabra de Dios que se había proclamado había cumplido en la vida y ministerio de Mn. Ignacio, «un servidor de Cristo y un administrador fiel», en palabras de St. Pablo, que supo amar y hacer amar la vida, la amistad y la fe con un amor providente como lo pidió Jesús en el Evangelio.
Tanto en las oraciones, las ofrendas y los parlamentos finales se puso de relieve la gratitud de tanta gente que recibió los buenos frutos del generoso ministerio sacerdotal de un sacerdote bueno y sencillo que, como dijo Ignacio García, coordinador de la Comisión preparatoria del Homenaje, «sostenía su vida con una gran humanidad y, a la vez, era un hombre de Dios. Para él, la honradez, la coherencia, la integridad, la fidelidad, no eran objetivos teóricos sino virtudes humanas que había que trabajar con disciplina. En sus cualidades, Mn. Ignacio añadía una vida austera y de pobreza evangélica que lo hacía un hombre creíble «.
La celebración terminó con las canciones que él más quería y que todo el mundo cantó con alegría y emoción.