Elogio a la fidelidad
En este ejercicio casi cotidiano, tanto en el matrimonio religioso como civil, sirven aquellas palabras que el papa Francisco dice a las parejas para hacer de ellas uso frecuente: “por favor”, “gracias”, perdón”.

Son muchas las parejas que solicitan renovar su compromiso matrimonial cuando celebran sus cincuenta o veinticinco años de casados. Incluso hay quien nos dice que lo tendrían que celebrar cada año o quizá cada día. Es el elogio a la fidelidad, al amor que crece y va madurando en la medida en que se vive con alegría aquella entrega mutua que aporta la felicidad de amarse y convivir. Es el comentario frecuente que oigo a muchas parejas gozosas y orgullosas de su matrimonio, incluso aun siendo conscientes de las dificultades que les sobrevienen y los contratiempos personales y familiares que, debido a muchas circunstancias, han de superar.
Unos más que otros han entendido, tanto si se trata del matrimonio religioso como civil, que su compromiso va más allá del individuo y de la pareja. Saben que se deben a la comunidad cristiana y a la sociedad que los ha acogido y donde se han integrado por libre voluntad propia. Se trata de un compromiso social que hace del hogar una casa abierta, destinada a ser una célula viva de la Iglesia y de la sociedad. Este proyecto cristiano y ciudadano favorece la fidelidad, ya que es la verificación del amor. Por esto, es tan importante y necesario empezar de nuevo cada día, mirarse a los ojos con ternura y decirse: ¡volvamos a empezar!
En este ejercicio casi cotidiano, tanto en el matrimonio religioso como civil, sirven aquellas palabras que el papa Francisco dice a las parejas para hacer de ellas uso frecuente: “por favor”, “gracias”, perdón”. Son palabras que tienen que ver con la fidelidad porque son de comprensión, de confianza, de paciencia, de admiración, de reconocimiento de los propios errores, de arrepentimiento, de voluntad de no rendirse ni de romper cuando se presenta algún contratiempo, pero sobretodo porque son expresión del amor. Elogiar y promover la fidelidad significa proponer a la sociedad aquellos valores familiares que podemos y debemos aportar porque son una riqueza humana, espiritual y social para todos.