El silencio orante

La Iglesia ora intensamente el Viernes Santo, más que ningún otro día

Siguiendo su pedagogía habitual, la Iglesia nos ayuda a entrar con un silencio orante a escuchar la Sagrada Escritura –hoy la Pasión del Señor según San Juan- y en la oración, una oración que no excluye a nadie. La Iglesia ora intensamente el Viernes Santo, más que ningún otro día.

Fijémonos en la manera concreta que tiene de ayudarnos a avanzar paso a paso en este proceso. La entrada del que preside se hace en absoluto silencio, sin música ni canto. Para que nada nos pueda distraer. No se dice ni la invitación “oremos”, pero todos lo hacen en unos momentos de silencio orante (el que preside lo hace postrado, con el gesto que expresa la máxima humildad).

En el Misal no hay ninguna indicación de cómo ha de ser esta plegaria rodeada de silencio. Hacemos esta sugerencia:

“Mira a tu pueblo, mira a tu familia, Señor. No se atreve ni a alzar la mirada y ver que estás levantado en la cruz. Haz que el palo de esta cruz en la que estás crucificado se hunda en nuestros corazones, saque de ellos el pecado que allí podamos guardar y los convierta en corazones redimidos por tu gracia. Con tus brazos extendidos sobre la cruz, reúne a todos los hombres acogiéndolos en tu misericordia, para que el que es maestro de la mentira no nos pueda alejar de la santa amistad con Dios. A nosotros, que somos tan pobres ante ti, concédenos la limosna de tu amor sin límites. Ten piedad de nosotros. Ten ahora y siempre piedad de nosotros. Sé compasivo con nosotros, tú que amas tanto. Amén.”

Lecturas del día: Is 52,13-53,12 / Sl 30 / He 4,14-16;5,7-9 / Jn 18,1-19,42

 

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