El rescate definitivo
¿Qué hacer para contribuir a un rescate definitivo del entorno humano, familiar, religioso y eclesial, social, cultural, económico, ecológico y político? ¿Qué «conversión» para siempre aparezcan nuevos signos de resurrección, de vida?

«Con su muerte, el Hijo nos ha obtenido la redención y el perdón de los pecados» (Ef 1,7). Un verdadero rescate. Son palabras de la Biblia, de san Pablo concretamente, dirigidas a la comunidad cristiana de Éfeso, referidas a Jesús y que son el corazón de la Semana Santa. Rescatar o redimir, como acción de salvación, es pagar un precio. Hay un coste, un gasto. Y, ¿qué recibes a cambio? En principio y aparentemente, nada para ti, toda la ganancia es para el prójimo. La has ganado con tu renuncia, con tu entrega, con la donación de lo que es tuyo o con la donación de ti mismo. La única explicación, ¡el amor misericordioso, sin límite!
Este es el anuncio del precio del rescate que Dios paga por nuestra salvación, el precio redentor para que seamos totalmente «suyos», liberados y libres completamente. Por eso, Jesús explica así el porqué de su entrega: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día» (Lc 9,22).
Sin embargo, con este argumento de principio en el que se implica totalmente con la voluntad del Padre, humanamente difícil de aceptar, pero asumida en obediencia filial y por amor, Jesús nos dice: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?» (Lc 9,23-25).
Además de redimir a la persona humana, hoy que hablamos tanto del cambio climático y de la defensa de los espacios y recursos naturales, ¿cómo podemos rescatar nuestro entorno para que se oriente hacia el bien común y el espacio natural sea digno de todos y para todos? Más aún, ¿qué hacer para contribuir a un rescate definitivo del entorno humano, familiar, religioso y eclesial, social, cultural, económico, ecológico y político? ¿Qué «conversión» nos pide para que esta semana sea «santa» y siempre aparezcan nuevos signos de resurrección, de vida?
Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona