El pecado de la tierra herida

Mn. Peio Sánchez, profesor de antropología teológica, da las claves para entender la nueva encíclica del Papa Francisco, 'Laudato Si'

El saqueo de la creación es pecado. Es un mal que es infligido a todas las criaturas. Que actúa como un pecado estructural con responsabilidad personal que genera medios malignos que, olvidando a las personas, ofenden a Dios. Ciertamente, tienen su origen mucho más atrás en formas de ambición que se van transformando y que cada vez concentran más el poder.

La cadena de responsabilidades tiene grados diferentes y queda encubierta por la banalidad, donde las responsabilidades se diluyen en la trama. En esta ruptura con la creación, Dios invita a la conversión y la reclama en los diferentes niveles de culpabilidad, desde la responsabilidad de quienes tienen los medios de producción, de los que gestionan la administración política, hasta los funcionarios o los consumidores.

La cuestión climática pasa, desde el punto de vista cristiano, por una conversión general de múltiples aplicaciones. El Papa recuerda la necesidad de convertirse, es decir, de encontrarse realmente con Jesucristo e iniciar una vida nueva. El cristiano -asegura- debe vivir su vocación admirando la belleza de la obra de Dios y protegiéndola.

De este modo, el Papa Francisco propone «una sana relación con toda la creación», como parte de la «conversión íntegra de la persona», tomando como modelo a san Francisco de Asís. Esto implica «reconocer los propios errores, pecados, vicios o negligencias, y arrepentirse de corazón, cambiando desde dentro». Una verdadera ascética de la ecología.

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