El misterio de la cruz

Es la cruz que ha venido a salvarnos de las otras cruces, comenzando por la del pecado

Cuando llegamos al Viernes Santo sólo tenemos ante nuestros ojos una cruz. ¡Y tantas cruces como hay en el mundo! Todas, sin embargo, nos muestran la miseria humana, nuestra miseria, nuestra pobreza. También nos muestran –no lo escondamos en el rincón de los olvidos- nuestra malicia, nuestros pecados. Todas, de una manera o de otra, son así. Pero no es así la que atrae hoy nuestra mirada: es la cruz que ha venido a salvarnos de las otras cruces, comenzando por la del pecado.

Hoy, ante el gran misterio de Cristo muerto en la cruz, la Iglesia actúa como si no tuviese sacramentos. No centra su atención en las diversas obras de Cristo por las cuales nos alcanza su gracia. La atención de la Iglesia, hoy, se centra sólo en la gran obra de Cristo, “la de redimir el mundo por medio de la cruz”.

La liturgia de hoy la Iglesia la denomina Celebración de la Pasión del Señor. El eje de esta liturgia es la cruz salvadora, la que la liturgia nos muestra como fuente de salvación. La Iglesia nos muestra la cruz este viernes, y será bueno que la tengamos presente durante toda la liturgia de este día, como un trasfondo que le da sentido y apoyo. Nuestra respuesta inmediata a lo que nos dice la Iglesia es: “Venid y adoremos” (Venite, adoremus).   

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