El juicio de la misericordia

Este mensaje del papa Francisco define uno de los aspectos más característicos de sus dos años de pontificado

Este mensaje del papa Francisco define uno de los aspectos más característicos de sus dos años de pontificado. Nos está ayudando a entrar en el corazón de Dios y captar el misterio de su amor lleno de «misericordia». Tanto es así que ha convocado un Año Santo que tenga como centro la misericordia de Dios, siguiendo la voluntad de Jesús que nos pide que «seamos misericordiosos como lo es Dios, nuestro Padre» (Lc 6,36). Quiere inaugurar así una nueva etapa del camino de la Iglesia en su misión de llevar a cada persona el Evangelio de la misericordia.

El lenguaje que utiliza, tan conectado con nuestra vida real, responde a la pretensión de justificar que defiende no tener necesidad ni de disculpa ni perdón. Sus palabras convencen y su testimonio nos estimula. Es un gozo inmenso pensar que Dios nos muestra constantemente la riqueza de su misericordia cuando probamos la humilde confesión de nuestros pecados como don que él mismo nos hace. Es una fuerza que restaura la vida -nos dice- y vuelve el entusiasmo de la fe.

El papa Francisco ha dicho recientemente que «la transformación del corazón que nos lleva a confesar nuestros pecados es un don de Dios, un regalo, es» obra suya «(Ef 2,8-10) como también lo es la decisión de acercarnos al cura sin miedo por nuestras culpas, con la certeza de ser recibidos en el nombre de Dios y comprendidos a pesar de nuestras miserias ». Por eso dirá que el juicio que viene de Dios es el «juicio de la misericordia».

Quizás con esta visión tan evangélica es posible recuperar el col • coloquio sacramental, a través del cual profundizamos en un diálogo humilde y sincero sobre la acción de Dios en nuestra vida para darle gracias y, al mismo tiempo, nos hacemos conscientes de lo otro que no nos gusta que haya sido y pesa sobre nuestra conciencia. Francisco nos recuerda a los sacerdotes que «el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible» (EG 44).

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

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