El corazón de la Catedral late por la paz
En el centro del templo, en el año 1519, se celebró una reunión del Toisón de Oro en la que 51 monarcas de toda Europa se pusieron de acuerdo en cómo detener la entrada de los turcos

En la Oda dedicada a la Catedral de Barcelona, Mn. Cinto Verdaguer expresa refiriéndose al Corazón: «El coro es su Corazón [de Jesús] / que de amor bate con ritmo armonioso / y acompasado, extático reza y ora / canta con David y con Jeremías llora». No es de extrañar, pues, que el Coro de la Catedral sea el epicentro del templo. Dentro de éste, se esconden enigmas con toda una historia detrás, como los escudos heráldicos que están pintados en los tablones de la sillería alta del corazón. Se trata de un recuerdo del XIX capítulo de la Orden del Toisón de Oro, celebrado del 5 al 8 de marzo de 1519, en el que participaron monarcas y caballeros: la primera reunión de soberanos europeos para la defensa del continente europeo.
Presencia del emperador Carlos I
Entrando en el corazón, a mano izquierda, se encuentra el panel de non plus ultra, símbolo del gran poder que tenía el rey Carlos I de España y V de Alemania, quien presidió la reunión del Toisón de Oro y se sentó bajo su escudo de armas. Desde el reinado de Carlos I, España consigue la hegemonía sobre el mundo entero.
Preludio de la ONU
Debido a su carácter político, se puede hacer un paralelismo entre esta asamblea y la posterior Sociedad de Naciones. El encuentro, en el que se habló sobre cómo detener la entrada de los turcos en Europa, fue presidido por el soberano de Borgoña Don Carlos, príncipe de Cataluña y posterior Rey de España, y el jefe soberano de la Orden. También asistieron Enrique VIII, Francisco I de Francia o Manuel I de Portugal, entre otros. Esta fue la primera y última vez que se celebró esta asamblea fuera de Borgoña.
Asiento histórico
Precisamente en el asiento del monarca de Portugal quiso sentarse durante el mes de julio de 1998 el presidente del país vecino, Jorge Sampaio. Toda la prensa y televisiones quisieron inmortalizar el momento y, posteriormente, Sampaio dijo al Dr. Martí Bonet que él había hecho el gesto de sentarse sin ninguna intención de mostrar su sumisión a la monarquía -ya desterrada de Portugal- sino por respeto a la historia de su país. También el presidente de Italia, Ciampi, visitó la Catedral y quiso sentarse en el asiento correspondiente al monarca del ducado italiano de Urbino.