El Cardenal Martínez Sistach invita a los cristianos a responder a las necesidades de la sociedad actual
El Cardenal Arzobispo presidió una misa en Santa Maria del Mar para las víctimas de 1714

Con una gran asistencia de feligreses, el Cardenal Sistach presidió en Santa María la misa para orar por los difuntos de la Guerra de 1714. Esta celebración, que se celebra cada 11 de septiembre en conmemoración del 3er Centenario de esta fecha, sirvió para recordar la estrecha y larga vinculación de los cristianos con esta tierra.
«Los cristianos de nuestro país nos reconocemos y nos reafirmamos en la tradición ininterrumpida de fidelidad a Cataluña. El mandamiento nuevo de amor que Jesús nos ha dejado, conlleva estimar a todas las personas, pero también las realidades sociales», apuntó el Cardenal Arzobispo de Barcelona. Además recordó que los laicos cristianos deben estar presentes en la sociedad, comprometiéndose en el campo de la política la cultura y la economía, aportando los contenidos y los valores del Evangelio en las realidades temporales de la sociedad para que crezca la justicia, la fraternidad y la solidaridad.
Epístola a Diogneto
Haciendo referencia al Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, el Cardenal Sistach recordó un texto de los inicios del cristianismo, del S. II de la era cristiana, la epístola a Diogneto, que describe cómo los cristianos se integraban en las ciudades con la ilusión ser el alma de la sociedad de sus tiempos.
«Hoy que observamos un cierto decaimiento de los valores cristianos, más que abandonarnos a la lamentación y el reproche, debemos revisar si somos lo suficientemente generosos para alcanzar una presencia activa y comunicativa de nuestra fe en el tejido social, cultural e institucional de la sociedad catalana», reflexionó el Cardenal Arzobispo de Barcelona.
Como los cristianos de la carta a Diogneto, el Cardenal remarcó que los cristianos deben ser el alma de la sociedad catalana para aportar los contenidos, las virtudes y los valores del Evangelio de Jesús. Además, hizo hincapié en el papel que la Iglesia y los cristianos deben practicar para aplicar las siete obras corporales y las siete obras espirituales de misericordia que tienen presente y valoran tanto las necesidades materiales de la persona humana como las espirituales.