El Bon Recer, un centro parroquial que contenta a padres e hijos
Un 95% de los niños que participan en este esplai repiten el año siguiente porque las familias quedan muy satisfechas de la doble educación, espiritual y pedagógica, que reciben los niños

Aunque hace ocho años el Bon Recer sólo contaba con doce niños, ahora la cifra ha aumentado hasta los más de 250 niños que se apuntan cada verano. Venidos del barrio y de las escuelas cercanas, los niños disfrutan del verano aprendiendo los valores evangélicos en el casal de la parroquia de la Virgen de la Medalla Milagrosa. Pero cada niño lo hace en un grupo diferente: los Diverestiu, de color verde, son los de parvulario y se les acerca a la figura de Jesús; los ‘naranjitos’ son los de primaria y trabajan la oración y la amistad con Jesús; por último, los ‘limoncitos’ son los jóvenes de la ESO y sus actividades se basan en la experiencia vivencial. A todos estos grupos los une, sin embargo, una temática común: este año, las Olimpiadas medievales, recordando la época que vivió Santa Teresa de Ávila, en conmemoración con el quinto aniversario de su nacimiento. No hay que olvidar, sin embargo, los más de 35 monitores o ‘pitufos’ -llamados así por su vestimenta azul- que dedican su tiempo de manera totalmente voluntaria a educar a los niños y actuar como ejemplo. Una combinación, todo ello, que ha demostrado su éxito como modelo de esplai de verano ya que ofrece un crecimiento personal de los niños pero también un crecimiento como cristianos.
Actividades y más actividades
El casal de verano comienza cada mañana con una pequeña catequesis que tiene una duración de media hora, aproximadamente. En ésta, se les hace reflexionar sobre su día a día y sobre la figura de Jesús en sus vidas. Posteriormente, comienza la actividad del día que varía en función de la edad y del día de la semana: talleres, teatro, piscina, deportes, colonias, actividades culturales y de ocio… Sin duda, el día que más les gusta a los alumnos del Casal es el viernes ya que es cuando se hacen salidas como Marineland, Isla Fantasía, Port Aventura o Tibidabo.
Este ritmo frenético de actividades motiva mucho a los niños y, sobre todo, gusta mucho a los padres ya que ven que su dinero se invierte completamente en sus hijos. «En el casal de la escuela no hacen tantas actividades, los tienen cerrados en el colegio haciendo actividades. Todo lo que está aprendiendo en el Bon Recer yo nunca se lo podría llegar a enseñar», comenta una de las madres que lleva a sus dos hijos a este esplai. «Es una alternativa fantástica a la escuela porque con juegos y diversión están vinculados a la parroquia», dice otra madre.
Ningún niño sin casa
Además, este casal de verano genera una continuidad entre los alumnos ya que los mayores pueden decidir ser monitores al año siguiente. Así se crea una cantera que autoalimenta al propio centro. Incluso algunos niños se apuntan a la catequesis de la parroquia o la visitan con más asiduidad ya que se la hacen suya. También muchos continúan en el esplai de durante el curso que ofrece ludoteca, refuerzo escolar y actividades espirituales y de ocio.
Y para que ningún niño que lo desee se quede sin poder participar en el casal debido a su situación económica familiar, el Bon Recer tiene 60 familias parcial o totalmente becadas, gracias a la recogida de dinero en campañas como Sant Jordi, Navidad, la colecta parroquial o las subvenciones de la Fundación Pere Tarrés.
Ahora, a finales ya del verano y del casal -que finaliza este viernes,- monitores, padres y niños están esperando la fiesta final, donde se despedirán hasta el próximo año. Las vacaciones que les quedan ya son para disfrutarlas en familia.