El arte de la orfebrería para el culto divino
Tena orfebres acumula casi sesenta años de experiencia dedicados al diseño, la fabricación y la restauración artesanales de objetos litúrgicos

Una vitrina con decenas de cálices y patenas, todos ellos diferentes. Una estantería con más cálices y pequeñas sítulas. Y colgando, como en una percha, justo al lado de la puerta, un incensario. Esta es la imagen de la entrada de la orfebrería Tena en la que, a medida que se avanza por los pasillos, se descubre el taller artesanal que lleva manteniendo vivo el oficio desde 1955. Especializados en orfebrería religiosa, y más concretamente en la creación de piezas nuevas siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II, Tena orfebres acumula casi sesenta años de experiencia en la antigua tradición artesana. Para celebrarlo, la orfebrería abre este jueves sus puertas, permitiendo comprobar la dificultad y paciencia necesarias para desarrollar el oficio.
Al frente de esta orfebrería se encuentra Francesc Tena, hijo del propietario fundador, apasionado por su profesión: «Para ser orfebre, son necesarias la creatividad y la paciencia. Es un oficio muy apasionante y entretenido pero no se puede tener prisa porque hay que ser muy pulcro y detallista». Cada pieza es única y, para hacerla, es necesario tener una formación religiosa que permita tratar los objetos litúrgicos con respeto.
Un oficio para conservar
A pesar de la belleza y tradición del oficio de orfebre, la inmediatez y la competitividad en los precios llevan a que la profesión esté en decadencia. «El mundo actual nos va en contra», suspira Francesc Tena, quien no se rinde y reivindica «piezas muy bien hechas con la calidad que supone la artesanía en oposición a productos industriales, que no ofrecen la misma durabilidad».
Su taller en Hospitalet está lleno de máquinas con color de tradición artesana. Las planchas de latón y de cobre se pueden encontrar con facilidad sobre las mesas, y de herramientas no falta ninguna. Con todos estos utensilios se elaboran los objetos litúrgicos -piezas muy poco cargadas y muy bien acabadas- para el culto divino.