Dios, presente y vivo en Barcelona

Los fieles de la diócesis celebran públicamente la festividad de Corpus Christi con una misa en la Plaça Nova y una procesión por las calles principales del centro de la ciudad

Ni el calor ni el desfile de la victoria de Champions del Barça hicieron disminuir la presencia de fieles en la festividad del Corpus Christi, que se celebró este domingo y como cada año con una eucaristía en la plaza de la Catedral y con la tradicional procesión de la custodia con el Santísimo por algunas de las calles del centro de Barcelona. Una alfombra de flores con un cáliz y una Sagrada Forma esperaba el paso del protagonista de la jornada: el cuerpo de Cristo consagrado. Llena a rebosar, la Plaça Nova quedó inundada de hermandades y cofradías, de niños de primera comunión y de feligreses que querían celebrar en público su fe.

Una misa para celebrar la Eucaristía

La ceremonia estuvo presidida por el Cardenal Sistach y concelebrada por el obispo Taltavull, así como por más de 50 sacerdotes de la diócesis. «La Eucaristía es el sacramento de la unidad y de la comunión de la Iglesia. El Cuerpo y la Sangre de Cristo alimenta nuestra vida de amor a los hermanos porque es el mismo Señor que vive y actúa en todos los miembros de la Iglesia. Con la comunión eucarística, la Iglesia es consolidada en su unidad de Cuerpo de Cristo». Esta fue una de las principales ideas que recalcó el Arzobispo de Barcelona en su homilía donde también dejó claro que «la Eucaristía no es un premio para los cristianos perfectos, sino el alimento habitual de los que hacemos camino hacia la patria del cielo».

La fe, vivida públicamente

La custodia pasó por encima de la alfombra de flores mientras se encaraba hacia la calle de los Arcos, donde la esperaba un castillo humano que quedaba coronado a su paso. Por delante de la custodia, iban en procesión el cortejo de la ciudad seguido por las hermandades y cofradías de la diócesis, los niños de primera comunión -que nunca se pierden esta fiesta-, los caballeros de la orden de San Jorge así como los de la Cruz de Malta y los del Santo Sepulcro, los seminaristas y el clero, presidido por el Cardenal Sistach.

Fieles de la diócesis pudieron ver y participar en la procesión por las calles principales de Barcelona, ​​manifestando «su reconocimiento por todo el camino que Dios les ha hecho recorrer a través del desierto de sus pobrezas». Al llegar de nuevo a la Plaça Nova, los gigantes y los dragones de la ciudad hicieron un acto de reverencia al Santísimo. Todo para demostrar que Dios está presente en Barcelona. El Arzobispo de Barcelona se despidió de la feligresía diciéndoles: «Nos vemos en el Corpus de 2016, si Dios quiere».

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