Día Mundial en memoria de las víctimas por accidentes de tráfico
[Delegació Diocesana de Pastoral del Trànsit] El domingo día 17, bajo los auspicios de la ONU y la UNESCO, se celebra en todo el mundo el día que nos hace recordar que existe un colectivo de millones de personas que han sufrido la muerte de un ser querido en accidente de tráfico. Pero hay muchísimas [...]

[Delegació Diocesana de Pastoral del Trànsit]
El domingo día 17, bajo los auspicios de la ONU y la UNESCO, se celebra en todo el mundo el día que nos hace recordar que existe un colectivo de millones de personas que han sufrido la muerte de un ser querido en accidente de tráfico. Pero hay muchísimas personas que han quedado con secuelas para toda la vida con infinidad de problemas físicos, mentales y sociales.
Diariamente nos dejan miles de personas en todo el mundo y, también, en nuestra casa, como consecuencia de los accidentes producidos por los choques, salidas de vía, atropellos, excesos de velocidad, señalizaciones incorrectas y más. Y, a menudo, motivados por falta de atención, egoísmo, prepotencia, etc.
Nuestra responsabilidad como seguidores de Cristo es ser fieles al mensaje motivador que nos dio: Amaos COMO YO OS HE AMADO!.
Y ¿cómo lo podemos hacer?:
Ser conscientes de que un vehículo es una herramienta para satisfacer unas necesidades, pero nunca para ser agresivos. Como Ciudadanía de a pie, saber que somos muy vulnerables y, por tanto, debemos estar despiertos ante un paso de peatones. Como personas que podemos ir en bicicleta o patinete es importante no olvidar que somos iguales de frágiles, como los peatones que van caminando por las aceras.
Estas reflexiones nos deben hacer pensar que el don de la vida es un gran regalo, y tenemos que saberlo administrar como tantas y tantas veces nos lo recuerdan los relatos evangélicos.
Y hoy, en especial, acordémonos de todas aquellas personas que ya no están, las familias que han sufrido y siguen sufriendo este dolor que es muy difícil de borrar. Sin olvidar a todos aquellos que han quedado vivos pero en condiciones que nos duele ver y de otros que no vemos por estar en situaciones impensables. Y es aquí, en el mundo de los que sufren en vida, donde se encuentran dos grupos: los propios afectados física y psíquicamente y las familias y amigos que cuidan de los mismos.
Rogamos para todos, para los vivos y para los muertos, creyentes y no creyentes, aunque no los conozcamos. Rogamos también por nosotros para hacer siempre lo que toca en cada momento, con la ayuda de San Cristóbal y el Arcangel Rafael, que son nuestros protectores en este campo de la existencia.