Devoción por el Santo Cristo de Lepanto
Justo este Viernes Santo, la imagen que estuvo presente en la batalla de Lepanto será venerada por los fieles en el Sermón de las Siete Palabras

En los días de Cuaresma, el Santo Cristo de Lepanto de la Catedral cambia su lugar habitual: de la Capilla del Santísimo pasa a colocarse en el segundo altar entrando a mano izquierda, por lo que la gente que lo quiera ver mejor lo pueda hacer durante este tiempo de reflexión y penitencia cuaresmal.
Si nos acercamos a la imagen del Santo Cristo de Lepanto, se puede observar que tiene una pátina ennegrecida y se puede decir, con humor, que es «morenito» como la Virgen de Montserrat. Aunque se ha intentado restaurar, sólo se ha conseguido limpiar una pequeña parte de los pies. Sin embargo, si se continuara con esta restauración parecería que no fuera el original de tan blanco que se vuelve. Por este motivo, se mantiene como está y por lo tanto continuará ennegrecido debido a los muchos cirios que se han quemado y se siguen quemando por esta imagen.
La leyenda del Cristo de Lepanto
Existe una leyenda que cuenta que este Santo Cristo estuvo presente en la batalla de Lepanto en 1571, precisamente en la nave capitana de Juan de Austria, hermanastro de Felipe II. Se sabe que esta batalla fue decisiva y, gracias a ella, los turcos no pudieron avanzar hacia Europa. Permanecieron a las puertas del continente cristiano y, por ello, el Papa San Pío V estableció la fiesta del Rosario (o de Nuestra Señora de las victorias) el 7 de octubre.
También existe otra leyenda que dice que el Santo Cristo, en plena batalla, esquivó una bala y esto explicaría la inclinación de su cuerpo. Otros, han comentado que se encontraba en la bodega del barco y que utilizó su cuerpo para tapar un gran agujero que habría hecho naufragar la embarcación de Juan de Austria.
Los costaleros del Santo Cristo de Lepanto
Con una regularidad extrema y una devoción envidiable, todos los viernes de Cuaresma los portantes inician el Vía Crucis en el interior de la Catedral. Son unos treinta con sus túnicas y correas, las dos muy visibles aunque las túnicas sean negras.
Los portantes son también los encargados de llevar, el Viernes Santo, el Santo Cristo de Lepanto para que sea venerado por los fieles fuera de la Catedral, concretamente a las 15h. Justo en ese momento, un canónigo pronuncia ante una gran multitud de fieles el Sermón de las Siete Palabras -las siete últimas frases que Jesús pronunció antes de morir.