Dedicar la vida a los pobres

La Sagrada Familia acogió la misa con los voluntarios de Cáritas Diocesana de Barcelona y con otras entidades de pastoral social de la Iglesia de Barcelona, ​​que estuvo presidida por el Cardenal Sistach

Prójimo real y verdadero, desinteresado, libre, noble y bondadoso, lleno de amor y de estilo cristiano. Este es el perfil de personas que llenaron la Sagrada Familia este domingo en la misa dedicada a los voluntarios de Cáritas Diocesana de Barcelona y otras entidades de pastoral social que estuvo presidida por el Cardenal Sistach. Concelebraron la eucaristía el obispo auxiliar de Barcelona, ​​Mons. Sebastià Taltavull, y el vicario episcopal de Cáritas, Mn. Salvador Bacardit. Sin embargo, también asistieron otros sacerdotes vinculados a entidades dedicadas a la pastoral social como Mn. Josep María Jubany, delegado de pastoral social del Arzobispado de Barcelona.

Todos ellos se mostraron muy agradecidos por la laboriosa tarea que llevan a cabo estos voluntarios en su día a día, cómo sostienen y refuerzan todos aquellos hermanos que la sociedad maltrata, empobrece y excluye. Así, la ceremonia sirvió para orar por todas las personas que por su trabajo y colaboración, y especialmente en su oración, contribuyen a hacer más digna la vida de los más excluidos. Como dice el Catecismo de la Iglesia católica no se puede celebrar la eucaristía y olvidar a los pobres: a los pobres se les debe tener siempre presentes y eso es lo que sucedió en esta misa con voluntarios.

Caridad y justicia, de la mano

Las flores de colores decoraron el presbiterio que también contaba con los seis cirios pascuales del altar. Tras la lectura de las Sagradas Escrituras, el Cardenal Sistach pronunció su homilía que dedicó a los voluntarios pero en la que también criticó el sistema económico y las consecuencias que se desprenden de éste: «La caridad pide también la justicia y con más justicia las personas no deberían depender tanto de la caridad. (…) En tanto no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la desigualdad, no se resolverán los problemas del mundo».

El canto del Virolai puso punto y final a una celebración en la que el Arzobispo de Barcelona agradeció a todos los voluntarios y voluntarias «este servicio muy preciado que estáis prestando. Sois como las manos del obispo que es el padre de los pobres y me ayudáis a poder llegar a todas las personas necesitadas».

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...