De colaboradores a corresponsables

La llamada es a ser discípulos misioneros, entusiastas seguidores de Jesús, apasionados por vivir la fraternidad eclesial y con el gusto espiritual de ser pueblo

Blog del Obispo Sebastià Taltavull

Nos afecta a todos los bautizados. La llamada es a ser discípulos misioneros, entusiastas seguidores de Jesús, apasionados por vivir la fraternidad eclesial y con el gusto espiritual de ser pueblo. Obispos, sacerdotes y diáconos, acompañantes del rebaño que, como dice el Papa Francisco, tiene su olfato para encontrar nuevos caminos. Los laicos y laicas cristianos pueden vivir cuando reciben la confianza de sus pastores y son invitados a ejercer la propia corresponsabilidad en la Iglesia y no quedar relegados al nivel de colaboradores.

Va bien refrescar la letra y el espíritu del Vaticano II cuando dice que «los laicos, de acuerdo con los conocimientos, la competencia y el prestigio de que disfrutan, tienen el derecho, e incluso a veces el deber, de manifestar juicio sobre aquellas cosas que afectan al bien de la Iglesia», y también, que« los pastores reconozcan y promuevan la dignidad y la responsabilidad de los laicos en la Iglesia; que se valgan de buen grado de su prudente consejo, que les encomienden confiadamente tareas al servicio de la Iglesia y que los dejen libertad de acción y de movimientos; más aún, que los alienten para que emprendan otras tareas por propia iniciativa »(LG 37).

La razón de esta corresponsabilidad es sacramental, ya que es por el bautismo y la confirmación de que todos compartimos una misma misión que nos hace iguales y a la vez complementarios. Es por eso que todos tenemos un lugar concreto y una misión bien específica dentro del Pueblo de Dios. Hay una riqueza espiritual y una acción solidaria que aún está por descubrir si ponemos rostro misionero en las parroquias y grupos cristianos, si asumimos la valiente opción de utilizar la fe de las personas cultivando la propia.

Sea en el corazón de la gran ciudad o en el de los pueblos, pastores y laicos tenemos una misión bien definida y complementaria, vivida y trabajada con la luz de la Palabra de Dios y la fuerza de los sacramentos, y con aquella presencia en medio de la sociedad que asegura el diálogo con todos. Ser corresponsables es todo un signo de madurez.

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...