¿Construimos puentes o levantamos muros?

Me parece importante reconocer que, para muchos, el consumismo es la fiebre de nuestro tiempo y que se mantiene impasible década tras década

No es nada fácil introducirse en el tema del consumismo cuando ya se ha hablado tanto y más si toda la mercancía se ha puesto dentro de un mismo saco, sin discernir sus usos y abusos. Pero me parece importante reconocer que, para muchos, el consumismo es la fiebre de nuestro tiempo y que se mantiene impasible década tras década, e hiriendo profundamente a todas las generaciones, desde las más mayores hasta las más jóvenes. ¡Dios nos quiere más libres!

 
Se dice que el consumismo atraviesa la lógica íntima de la producción, nos hace un guiño desde la publicidad que en todo momento nos espía y termina anidando como un culto de salvación en el fondo del corazón. Un fenómeno como este no deja de incidir sobre los sentidos, la mente y el corazón de los individuos. Este es el auditorio que responde como lo hicieron los que escuchaban el discurso de Pablo en el areópago de Atenas, donde la respuesta fue una sonrisa sarcástica, propia de quienes piensan «¡Mirad lo que es capaz de decir!», O la otra, tan indiferente como definitiva: «¡Te escucharemos otro día!» No nos quedemos así, ¡construyamos puentes de proximidad!
 
No podemos negar que también hay otro auditorio, aunque más reducido. Nombres concretos, fáciles de identificar y unos pocos más. ¡Qué bien si saliéramos del anonimato y nos diéramos a conocer más! Contagiar la alegría que da seguir a Jesús y disfrutar del calor de comunidad de forma sencilla. El gozo de contar con verdaderos amigos y con una familia «pequeña iglesia doméstica» que dedica tiempo a crear vínculos y no la ahoga la ansiedad consumista que divide y degrada.
 
¿Acaso no somos, nosotros, aquellos que hemos recibido un anuncio gozoso y que nos atrevemos a dejarnos transformar por él? ¿Acaso no es la Iglesia ese pequeño reducto que no quiere dejar para mañana el hoy de Dios, la Palabra que cada momento nos invita a no malgastar la gracia recibida? Jesús hace una declaración de principios, propone con el Evangelio una nueva escala de valores y la pone sobre la mesa de nuestras discusiones y negocios para transformarlo en lo que nos puede ayudar a seguirlo.
Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona
Administrador apostólico de Mallorca
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