Con ojos de Fe, limpieza de corazón y amor solidario
Viviendo la elección del nuevo Sucesor de Pedro son muchas las cuestiones que se ponen sobre la mesa y aparecen las opiniones más diversas e, incluso, contradictorias. Sin embargo, más importante que esto es una Iglesia que reza, que lee con ojos de fe lo que está sucediendo y tiene el coraje de mantener firme la [...]

Viviendo la elección del nuevo Sucesor de Pedro son muchas las cuestiones que se ponen sobre la mesa y aparecen las opiniones más diversas e, incluso, contradictorias. Sin embargo, más importante que esto es una Iglesia que reza, que lee con ojos de fe lo que está sucediendo y tiene el coraje de mantener firme la esperanza de que el Espíritu del Señor, como ha hecho siempre, seguirá velando para que el Evangelio no deje de ser anunciado y los Cristianos sigan siendo sal y luz en una sociedad que necesita vivir una nueva primavera.
A cincuenta años del Concilio Vaticano II, sigue siendo fresco y actual el sueño de una Iglesia que quiere dialogar con el mundo. Sigue la decidida voluntad de presentar el auténtico rostro de Cristo, la proyección de su luz sobre las naciones. Una Iglesia libre de cargas materiales y privilegios políticos para presentar el rostro de la humildad, de la pobreza, del servicio y de la caridad de Cristo. Porque el amor de Cristo nos tiene cogidos, toda la renovación iniciada pide que aceleremos más el ritmo si queremos que la propuesta evangélica responda a la urgencia de las necesidades reales.
La bienaventuranza de la limpieza de corazón, la que nos capacita para ver las cosas con los ojos de Dios, hace que la visión que tenemos de la Iglesia venga imperada por el amor y tenga las características propias del corazón que se deja modelar por la gracia que transforma. Aplicar esta visión de la Iglesia cuando vivimos la elección de un nuevo Papa es pensar con ojos de fe el presente y mirar con esperanza el futuro.
Será empujados por la fe que deberemos seguir tejiendo con el Evangelio nuestra historia, la que Dios ha hecho suya formando parte en la persona de su Hijo Jesús, y haciéndose solidario del género humano. Haremos que como labor eclesial sea obra de todos, con un gran espíritu sinodal que asegure el esfuerzo de caminar juntos. Por eso, con la fe reconocemos los dones que Dios nos encomienda y con la caridad Dios hará que fructifiquen.
Bisbe auxiliar de Barcelona