Coherencia personal
El secreto de la coherencia nace de una vida basada en la limpieza del corazón. La oración hecha con esta actitud de bienaventuranza evangélica nos muestra que sólo se llega a Dios cuando el amor de donación llega al prójimo

Jesús nos pregunta por nuestra coherencia. No por los aparentes resultados de lo que hacemos, sino por lo que somos y por la voluntad de vivir arraigados en el Evangelio, por la calidad de nuestro espíritu unido a su Espíritu. Somos interrogados por la transparencia de nuestra actuación, por la limpieza de nuestras intenciones, por la lealtad a la palabra dada, por la fidelidad a los compromisos concretos, aceptados con toda confianza. El secreto de la coherencia nace de una vida basada en la pulcritud del corazón. La oración realizada con esta actitud de bienaventuranza evangélica nos muestra que solo se llega a Dios cuando el amor de donación llega al prójimo.
Sin embargo, nos percatamos más que nunca de las carencias y los aciertos de nuestra civilización y la constatación es la de una urgente necesidad de espiritualidad. Por eso, no podemos renunciar a aquel ideal evangélico que va más allá de nuestros esquemas y que nos ayuda a encontrar al Dios de Jesús en el corazón de la vida, el que por encima de todo nos mueve a amar. Así llegamos a vivir la solidaridad humana, siempre fundamentados en Él.
De hecho, esto es amar a las personas y amar su entorno con un amor generoso y gratuito, sentirse miembro vivo de la sociedad que formamos y dejarse interpelar por los acontecimientos y las situaciones de cada día, con la conciencia de la corresponsabilidad de lo que sucede y de todo lo que se debería cambiar según el modelo evangélico.
Quien vive con este fundamento se compromete en la construcción del presente y del futuro que solo se realiza plenamente en Dios. Por eso, la coherencia entre la fe y la vida no solo se concreta en la acción, sino también en la esperanza que contagia y en la celebración que gozosamente comparte en comunidad. Para su equilibrio, la vida cristiana necesita la oración y la lectura creyente de la vida a la luz de la Palabra, de la celebración del Dios que está y actúa eficazmente, y del compromiso que transforma la realidad diaria en su Reino, entre la que va abriéndose paso.
Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona