Carlos M. Galli: «Los pobres están en el corazón de Dios y, por ello, deben estar en el corazón de la Iglesia»

El teólogo y autor de ‘Dios vive en la ciudad’, siguiendo la pastoral marcada por el Papa Francisco, aconseja a la Iglesia que "sea una casa que promueva el pluralismo de la ciudadanía sin discriminaciones"

La última ponencia de la primera fase del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades ha ido a cargo del teólogo argentino Carlos María Galli, que ha basado su conferencia en la misericordia maternal de la Iglesia con los pobres y olvidados en la gran ciudad. «Soy el último, así que espero no contribuir a una siesta previa a la comida», bromeó el profesor de eclesiología antes de empezar.

 Contexto mundial

Las mayores megalópolis son ciudades de América Latina y, por ello, desde 1965, ya se había desarrollado la pastoral urbana en las cuatro conferencias episcopales del continente. Se trataba de inculturitzar el Evangelio en la cultura urbana. Ahora, este desafío se traslada también en Europa y otros continentes.

Francisco, pastor y pastoralistas

El Papa dice que «sueña con una opción misionera que lo transforme todo». Una Iglesia centrada en la misión es una Iglesia en salida, pero «sólo si está centrado en Dios se puede ir a las periferias del mundo». Según el teólogo argentino, «el Papa Francisco es el primer sucesor de Pedro que viene de una ciudad contemporánea y inmigrante». El Papa, en palabras de Carlos M. Galli, ha sido elegido para «completar las reformas del Concilio Vaticano II» ya que la Iglesia, por su naturaleza, es misionera.

Francisco es popular en el pueblo de Dios: cuando pide que recen por él, a nivel eclesiológico, significa que necesita del pueblo de Dios y que éste es imprescindible en su cátedra.

Dios vive en la ciudad

Dios no está presente sólo en la ciudad, también en las periferias, en los campos, en los suburbios. Dios siempre está, la fe es el ojo para percibirlo. Pero también hay que descubrir en los signos de su ausencia, que es ausencia-presencia. Es lógico, sin embargo, que en las ciudades cueste encontrar a Dios. El Dios escondido se presenta allí donde es marginado: pronuncia su voz en el silencio y su máxima bondad en su mínima expresión. 

La Iglesia, en este sentido, está llamada a ser una casa que promueva el pluralismo de la ciudadanía sin discriminaciones, a ser hospitalaria con todos, ya que «los pobres están en el corazón de Dios y, por ello, deben estar en el corazón de la Iglesia». Este es el núcleo de la teología del Papa Francisco: «Dios está en el corazón del mundo. El corazón de los pueblos es el santuario de Dios.»

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