Cajones de vida interior
Después de una larga trayectoria en África, el padre Frigola abre su corazón y hace una reflexión sobre sus últimos pasos como misionero

Ampurdanés de Vila-robau, hizo el seminario en Girona entre los años 1951 y 1962. Explica que los entendidos dicen que vivimos y crecemos humanamente a base de rebanadas gruesas de 10 años. Él en África, después de 41 años trabajando en las misiones, dice que ya ha rebanado cuatro.
La trayectoria misionera del padre Frigola comenzó en el año 1965, en el Alto Volta, en África del oeste, hoy Burkina Faso. Al cabo de veinte años en este país, en diferentes lugares y parroquias, en 1985 se trasladó a Níger, donde hasta los sesenta y ocho años, ha realizado su misión y se ha especializado sobre todo en la educación de adultos .
Ahora se plantea volver para ofrecer unos años de servicio pastoral en la diócesis de Girona. Y deja una bonita reflexión:
Reflexió del Pare Josep Frigola
Esta vez toca abrir cajones de vida más personal o más interior si lo desea. Siento que es la última etapa de mi presencia en África. Los indicios son bien patentes: la edad, la salud, menos capacidad y posibilidad de trabajo en determinadas circunstancias y el giro que hay que hacer para dejar que las nuevas generaciones sean y actúen como Dios manda.
Esta recta final pide una cierta previsión, una hoja de ruta. Hay pues que prever, discernir y decidir. Seguro también que hay que hacerlo en comunidad. Y al mismo tiempo, tenemos que tratar de evitar enjaular el Espíritu o cortarle las alas. Toda una proeza en la que sois todos, ya desde ahora, invitados a participar.
Os entrego un primer borrador de esta hoja de ruta que, estoy seguro, habrá que tocar y retocar. Si Dios quiere, durante las vacaciones de verano de 2015, a finales de junio más concretamente, celebraremos juntos una misa de acción de gracias por el 50 aniversario de mi ordenación sacerdotal y misionera. Creo que merece la pena, pero deseo que se haga con la máxima sencillez. Después de los tres meses de vacaciones habituales, pienso volver a Níger por un tiempo breve. Será cuestión de celebrar también los 50 años de vida en tierras africanas y de agradecer a todos el bien de Dios que he recibido .
Lo aprovecharé para terminar de transmitir las actividades pastorales y sociales que tengo encargadas. Habrá que ver cómo se hace el relevo en las mejores condiciones, facilitando la reanudación de responsabilidades y un nuevo empuje con autonomía. Lo que depende de nuestra vida de equipos misioneros y de la institución eclesial no me preocupa demasiado; justamente, la institución vela con suficiente celo y habilidad para ella misma. Pienso, más bien, en el proyecto de alfabetización de jóvenes y adultos.
Esta actividad supone preocuparse cada año de un millar y medio de aprendices y de cerca de un centenar de educadores; se encuentran esparcidos en seis comunidades, a muchos kilómetros de distancia las unas de las otras. En cuanto al trabajo al que me he comprometido hasta ahora de traducción y de edición de textos- un verdadero nunca acabar- pienso dejarla bastante bien aposentada. Intento igualmente descubrir los lugares más adecuados donde deberán depositar la importante documentación sobre el país que he ido «atesorando» y una gruesa cantidad de material didáctico que tenemos en reserva.
Entonces, hacer las maletas para un regreso definitivo será fácil. Y después de todo esto, qué ?, preguntaréis. Es ciertamente el punto que queda más indeciso. Si fuera por mí, me gustaría poder ofrecer unos años de servicio pastoral en la diócesis de Girona. Reencontrar las raíces de envío a la Misión, agradecer tanto y tanto como debo a mucha gente de casa y cerrar así el ciclo de las fuerzas apostólicas que me queden. Pero ya lo sabemos: el hombre propone y Dios dispone .