Báculo y mitra, a los pies de la Merced
Mons. Omella pone su ministerio episcopal a disposición de la patrona de la archidiócesis, a la que ha querido visitar en su primer día como Arzobispo de Barcelona

La Virgen de la Merced guiará el nuevo ministerio episcopal de Monseñor Omella. Así lo ha querido el nuevo arzobispo de Barcelona, ​​que ha puesto su báculo y su mitra a disposición de la patrona de la archidiócesis. El Arzobispo Omella ha querido que su primera misa fuera de la Catedral fuese en la basílica de la Merced, junto a la Virgen de la Misericordia barcelonesa, quien según él tiene una analogía con la Virgen de Cretas. Y es que ambas se encuentran en la entrada de la ciudad y guían al pueblo en el que se encuentran.
Un obispo de pueblo
Venía de visitar la Sagrada Familia en metro y se había perdido por la ciudad. Pero no perdió, en cambio, la sonrisa y decidió bajar hasta la basílica de la Merced caminando junto con el obispo auxiliar, Mons. Sebastià Taltavull. Allí los estaba esperando el rector de la basílica, Mn. Joan Martínez Porcell, quien los guió hasta el interior del templo. Los fieles reunidos en la basílica quisieron saludar al nuevo arzobispo mientras él se hacía paso para llegar al altar. Arrodillado, Mons. Juan José Omella rezó unos minutos encomendándose a la Virgen antes de comenzar la misa de 12h en la que participaron los miembros de la Hermandad de la Virgen de la Merced.
Talante mariano
Con humor inició Mons. Omella su homilía, explicando que se había perdido dos veces en el metro de Barcelona en una mañana. En ella, agradeció también la ayuda del obispo auxiliar en estos primeros pasos y se disculpó porque todavía tiene que ganar fluidez con el catalán. Sin embargo, la homilía estuvo dedicada íntegramente a enaltecer a la Virgen, mostrando así el carácter mariano del nuevo Arzobispo. Mons. Omella puntualizó que la Madre es la persona a la que siempre recordamos cuando estamos en dificultades: «Madre mía! decimos siempre cuando estamos en un compromiso, porque la Madre es la ternura (…) pero también es el faro que ilumina en la noche».
Al terminar la misa, el Arzobispo de Barcelona se dirigió al camerino de la princesa de Barcelona y firmó en el libro de honor de la Basílica. La hermandad de la Merced le regaló una imagen de la Virgen que podrá acompañarlo en todo momento.